1. Soy una sucia masoquista


    Fecha: 24/02/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tenía en mente.
    
    Dispuse las cosas. El bastidor del columpio de mis hijos, ya emancipados, era un buen aparato de sujeción. Coloqué a su lado la mesa alta del jardín y otra baja, las dos resistentes. Unas banquetas, sobre una de las cuales coloqué mis maletines de instrumentos por si mis negros se olvidaban de alguno y algunos sillones con cojines. En el suelo extendí cuatro grandes toallas de baño. Saqué una nevera portátil llena de cervezas y botellas de cava, varias copas y una palangana. Todo tenía una disposición tal que, me trabajasen donde me trabajasen, yo debería ver la gran pantalla electrónica donde se reflejaría toda la actividad en detalle, llevada a ella por la cámara digital de video que manejaría alguno de los tres negros.
    
    Satisfecha del escenario me fui a la peluquería para que me recortasen más el cabello y repasaran mi depilado general con especial atención al del pubis. La manicura es algo que nunca paso por alto. No quise nada de maquillaje. Un maquillaje corrido es lo peor. Y eso pasaría al poco de empezar la sesión.
    
    De vuelta en casa me examiné ante el espejo y comencé mi preparación y ornato. Primero me inyecté un copioso enema que retuve en el cólon con un grueso plugin insertado en el agujero. El tapón lo elegí tan grueso para dilatar mi esfínter y evitar ciertas molestias al principio de la sesión mientras se acomodase mi esfínter al uso y abuso al que iba a ser sometido.
    
    Mientras esperaba el efecto del enema me trabajé la vagina con un ...
    ... fenomenal consolador son el mismo objeto de dilatarme. Hay que tener en cuenta que la ausencia de Tomás había hecho que durante dos semanas acogiese en mis agujeros instrumentos relativamente normalitos y, además, pocos. Lo mas gordo fue el fisting que me hizo la pequeña mano de mi hermana Virginia, 10 años más joven que yo. ¡Ah, yo me llamo Raquel!.
    
    Vacié mis tripas del enema y repetí el tratamiento sin sacar el consolador de mi coño. Esta vez usé un plug in aún más grueso para taponarme el ano.
    
    Después de vaciarme la segunda vez procedí al ornato. Me coloqué primero los gruesos y anchos anillos de oro de los pezones. Después los dos de los labios mayores, uno a cada lado. Por último me coloqué el más preciado, el que atravesaba el centro de mi abultada pepitilla del placer. Me miré satisfecha en el espejo. No creo que, pese a mis casi 50 años hubiese ni un solo macho o hembra que no se siéntese en disposición de soltarme un polvo si me viera así.
    
    Los anillos destacaban brillando sobre mis oscuras aréolas y, el del clítoris era encantador y en perfecta simetría con los de los labios. La primera vez compré unos anillos más pequeños y delgados, pero los del coño se quedaban torcidos y apenas se veían. Estos otros, casi podrían llamarse argollas, quedan perfectamente visibles y de frente al espectador. Al pasar mis hermosas manos por mis pechos y tironear de los anillos me parecía tan encantadora que no tuve más remedio que agasajarme a mi misma.
    
    Tomé mis pechos, los ...
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