1. Soy una sucia masoquista


    Fecha: 24/02/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... culo quedaba expuesto sobre el borde.
    
    Entonces Elo empuñó un martillo y clavó mis pezones en la madera del borde de la mesa. En el anillo de mi clítoris enganchó otra cadena corta que clavó, bien tensa, al borde opuesto de la mesa donde se apoyaban mis caderas. Estaba totalmente inmovilizada bajo riesgo de rasgarme los pezones o el clítoris.
    
    Con uno de los anillos de los pezones trabó los dos de los labios vaginales obstruyendo así el acceso a mi cavidad vaginal. Engancharon la muñequeras al collar con unas cadenas cortas que me permitían a lo más apoyar las manos sobre la superficie de la mesa. Me colocaron el teléfono móvil al alcance y sin más dijeron adiós.
    
    Allí me abandonaron, a las nueve de la noche y empezando a hacer fresco. Podía llamar a alguien en mi ayuda. Pero ni a mi hermana ni a Tomás los había localizado en los días anteriores. Estaban fuera de cobertura. No quería que ninguna otra persona me viese así. Aunque pensándolo bien ... me daba morbo la humillación.
    
    Pasaron unos minutos y escuché jadeos y, con un sobresalto, noté algo frío en mi vulva. Por delante de mi aparecieron dos perros que comenzaron a lamer mi cara. También me lamían el coño. Me asusté, pero pronto reconocí que eran los perros que cuidaban el chalet donde tenían instalado el gabinete SM en que trabajaban los tres negrazos que me acababan de vapulear.
    
    Parecía que los generosos chicos prolongaban gratuitamente, y sin coste adicional para mis finanzas, las humillaciones y el uso ...
    ... aberrante de mi cuerpo por los que les había pagado.
    
    El perro que olfateaba y lamía mi entrepierna se levantó sobre mi pandero e intentó penetrarme. Debía estar bien adiestrado en el arte de follar humanas porque sus intentos eran bastante acertados pero no acababa de conseguirlo. Como mi acceso vaginal estaba cerrado, intenté bajar un poco el ano, a riesgo de mis clavados pezones o del clítoris, para que acertase, cosa que hizo al final sin gran problema dada la monstruosa holgura que mis negros habían dejado en ese agujero. ¿Qué por qué lo hice?. Primero no podía evitarlo. Mis manos enganchadas a mi cuello no alcanzaban a cubrir mi ano. Y sobre todo, lo confieso, ser aún más depravada e inmunda de lo que ya era me arrebataba y me producía un extraño gozo.
    
    Nunca había sido penetrada ni tenido ninguna clase de relación con animales. Esta nueva faceta de mi degradación me hizo dichosa. El perro, sin traba alguna me sodomizó frenéticamente y me proporcionó un orgasmo cuando sentí sus chorros invadir mis intestinos. Al mismo tiempo su peluda piel me proporcionó calor, cosa que agradecí enormemente.
    
    Luego tuvieron su turno los otros dos chuchos. Cuando terminaron noté como resbalaba de mi dilatado ano el semen resbalando por mis muslos. Ellos lo lamieron y dejaron mi culo limpio. Se tumbaron a mi alrededor y me dieron calor, lo que les agradecí infinitamente.
    
    Vi en el reloj del teléfono móvil que ya eran las doce de la noche y, pese a la cálida piel de las bestias mi ...