1. Segundo relato: el punto de inflexión. El día que se inició el cambio.


    Fecha: 15/02/2021, Categorías: Masturbación Autor: elalcalde, Fuente: CuentoRelatos

    ... los coloca sobre los bordes del motor. Como queda por debajo, al ponerme los brazos me hace inclinarme hacia delante. Su sexo se aprieta contra mi culo.
    
    —Abre un poco las piernas y ponlas un poco más atrás.
    
    Le hago caso. Estoy casi a cuatro patas. La posición no es incómoda y soy consciente de que acabo de dejar mi culo totalmente abierto. Cuando lo pienso, estoy a punto de correrme.
    
    Me acaricia de nuevo el culo, los muslos por fuera, por dentro, mi entrepierna por delante, por detrás. No parece tener prisa, aunque noto las pulsaciones de su sexo cada vez que se aprieta contra mi piel.
    
    En una nueva caricia, noto que me está mojando el culo con saliva. Mi excitación no tiene límites.
    
    Al fin, me sujeta las caderas con ambas manos y se coloca detrás de mí, se aprieta y busca mi entrada. Estoy suficientemente lubricado y no ofrezco mucha resistencia a su ataque, rindiendo todas mis defensas, entregándome por primera vez en mi vida a un hombre.
    
    Noto todo su cuerpo con cada apretón. Sus manos sujetando fuertemente mis caderas y mi cuerpo acompasándose a sus movimientos buscando el movimiento contrario. Si él se aleja, yo me alejo, si él se acerca, yo me acerco.
    
    Pierdo el sentido del tiempo y del espacio. Me parece flotar en un mar de sensaciones que me golpean como olas al mismo ritmo que marcan sus huevos contra mi culo.
    
    De pronto, me suelta una palmada en el glúteo que resuena como un disparo en el habitáculo.
    
    —Joder, me corro.
    
    Se aprieta contra mi ...
    ... culo y me sujeta contra él aún más fuerte mientras hace con su cintura una especie de círculo.
    
    Empiezo a correrme mientras dejo que, por fin, mis gemidos se oigan.
    
    Él vuelve a darme otro azote y suelta su líquido dentro de mí, lo que hace que mi corrida se acreciente.
    
    Estoy a punto de marearme y casi seguro que me hubiera caído si no me estuviera agarrando.
    
    Me sigue apretando contra él un buen rato.
    
    Noto los borbotones dentro de mi cuerpo acompasados a sus espasmos.
    
    Finalmente sus manos se relajan en mi cintura y su cuerpo se distiende, aunque sigue dentro de mí.
    
    Me acaricia, ahora suavemente, los muslos.
    
    Sale finalmente, se limpia en mi propia piel y se recoloca el pantalón que tenia caído en los tobillos. Se pone la camisa y me ofrece un paquete de pañuelos de papel.
    
    —Límpiate. Tenemos que irnos.
    
    Miro a ver si mi ropa se ha manchado con mi semen. He tenido suerte y no hay ninguna mancha en el pantalón.
    
    Me subo el calzoncillo, que rápidamente vuelve a desplazarse hacia abajo.
    
    Él lo sujeta, hurga en la cinturilla, saca la goma y hace un nudo en ella dejándolo apretado en mi cintura.
    
    Cuando estamos vestidos, abre la puerta, me deja pasar, me suelta otra palmada en el culo y cierra la puerta de nuevo con la llave.
    
    En los andenes, le veo frente a mí: hemos cogido cada uno una dirección. Él tiene que volver hacia atrás. Yo tengo que ir dos estaciones más adelante.
    
    Me guiña un ojo y aunque no le oigo con el ruido del metro que se acerca, ...