1. La pérdida de la inocencia


    Fecha: 11/01/2021, Categorías: Gays Autor: Pavic, Fuente: SexoSinTabues

    ... tras el último ensayo programado, los chicos debían de presentarse a primera hora de la mañana -07:20 am- a fin de embarcarnos en el bus climatizado que nos transportaría al certamen. Para su madre era prácticamente imposible organizarse para llevarlo, y para mí era igualmente imposible ir a buscarlo en la mañana dado que me quedaría a dormir en la residencia de la directora y a primera hora recibiría a los chicos y sus padres. Gonzalito, ante una eventual posibilidad de quedarse sin el viaje, y mientras ideábamos con su mamá alguna alternativa para facilitar su participación sin problemas, propuso la más bendita de las soluciones, sin la menor duda: -“mamá, por favor, déjame que me quede a dormir acá con el profe, me portaré bien te lo juro, pero déjame ir mañana por lo que más quieras”- Ante la súplica inesperada, ella replicó: -“De ninguna manera. No corresponde importunar al profesor con cosas que nos atañen sólo a nosotros, ya habrá otra oportunidad, fin del asunto”. Gonzalo comenzó a llorar, me abrazó, miré a su madre con expresión de clamor, y con voz temblorosa imploré: -“Para mí no será ningún problema, te lo aseguro…lo enviaré a dormir temprano, y mañana me ocuparé de que se lave bien sus dientes y desayune como corresponde. Si hubiese algún problema, te llamaré de inmediato, pero por favor, permítele que participe…por favor”- Ella demoró un poco en digerir mi cuento, nos miró a ambos, y con Gonzalo aún asido de mis brazos aprobó con algo de disgusto: -“Está bien, ...
    ... pero primero a casa a bañarse y a buscar todas tus cosas, tu saco de dormir y algo de dinero que te pasaré por cualquier cosa”- Gonzalo la abrazó con desbordante alegría, la llenó de besos y ésta comenzó a relajarse –“Debes prometer que obedecerás en todo, y por favor sé bueno”-; y en un dos por tres, fuimos hasta su casa, armó todo lo necesario para el viaje, y nos devolvimos hasta la casa de la directora, sólo para nosotros, para dar rienda suelta a lo que quisiéramos, aunque hasta ese entonces, no lo sabíamos. Una vez solos, nos pusimos cómodos, Gonzalito se quitó las zapatillas (le encantaba andar descalzo) y se sentó a tañir algunas teclas del piano –“profe, enséñeme algo”-, me senté a su lado, y tomaba su frágil manito para dirigirla sobre las notas correctas mientras me miraba sonriente. Creía en cualquier momento perder el impulso y lanzarme en busca de sus labios, pero no. Mientras lo veía tocar, noté que más allá de sus 10 añitos, noté que era algo más alto que los chicos de su edad, casi de la estatura de uno de 12. -Qué tal el colegio Gonza, ¿te ha ido bien?- -Sí, eso creo- respondió algo ido, sin interrumpir su ejecución sobre el piano con el aire distraído y propio, que tanto le caracterizaba. -Y los amigos, ¿ya te hiciste de buen clan? -Mmmmm sólo unos pocos, más bien uno, René, que es mi mejor amigo. -Y novia, ¿ya te gusta alguna chica de la clase? Me miró algo molesto, sin la expresión de risa que tanto me encantaba. –“No, no tengo, y por ahora no me interesa. ...
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