1. La pérdida de la inocencia


    Fecha: 11/01/2021, Categorías: Gays Autor: Pavic, Fuente: SexoSinTabues

    Desde hace años, más allá de mi ejercicio laboral en aras de mi profesión, ocupo mi tiempo libre en enseñar música. En Lyon, Francia, aprendí la cadencia perfecta de las notas sobre un piano, la docilidad de los instrumentos de cuerda, pero por sobre todo, la precisa cualidad de educar voces, formar coros, y lograr que hasta un mendigo pueda cantar, atributos que a la postre me permitirían fundar y dar vida a un prestigioso coro de niños en mi ciudad, integrado por chicos de diferentes establecimientos educacionales y sectores sociales, algunos o mejor dicho la mayoría de ellos, provenientes de clases acomodadas. Solíamos ensayar en salas preparadas, de una conocida academia de música, y en épocas de festividades, en las cuales los conciertos corales eran demandados a la orden del día, nos las arreglábamos en la casa de la directora, quien tras años de quiebre matrimonial, disponía de un inmueble de considerables dimensiones y espacios para ella sola, que nos permitían agendar ensayos extra programáticos con el fin de cumplir con la calidad musical que nos era requerida, propia además del prestigio que nos era bien merecido. Fue en este escenario, en que debo referirme al pequeño Gonzalo, de 10 años. Piel de porcelana, cabellos castaños y suaves, ojos claros como los de su madre, de zafiro verdoso, grandes y expresivos, labios rojizos, hermosos, y más allá de ser un poquito rellenito y sin ser gordo, era poseedor del mejor de los culitos, nalgón respingado y cuando solía ...
    ... usar playeras de mediana talla, sus pechos levemente pronunciados dejaban entrever la firmeza de sus rosados pezones. A decir verdad, acaparó mi total atención desde el primer momento en que lo conocí. Su personalidad introvertida, tímida, y de espontáneas extroversiones cuando jugaba con los otros chicos, misterioso e involuntario seductor, acompañado de su monumental belleza física y carita tierna, daban vida a la más perversa de mis fantasías, comenzaba a tener problemas para conciliar el sueño, y cuando lo lograba, lo veía tomando baños de espuma o jugando en total desnudez hasta que el despertador me recordaba que era hora de volver a trabajar. Amanecía con erecciones descomunales, y aunque ya había tenido relaciones con otros niños (léase “El Niño con pijama de mujer”) me era imposible controlar mis impulsos y dar rienda suelta a extensas masturbaciones con sus frescos recuerdos, aquel niño de sutil inocencia me tenía algo absorto y cuando me saludaba de abrazo, mi ingle cobraba vida casi al instante. Sí, si bien era algo tímido, también era de aquellos chicos flor de piel, de abrazos, besos al saludar, risueño, hoyuelos en las mejillas, cuando habían espacios de recreo jugaba con los otros, aunque a ratos concurría adonde estaba yo, me daba un abrazo, me permitía abrazarlo, y en el último tiempo lo hacía por atrás, pasando mis brazos por sobre sus hombros, tomando sus delicadas manos, y juntando mi verga con su culito en total acto lúdico, oliendo sus cabellos, soltando ...
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