1. Una cita a ciegas


    Fecha: 06/01/2021, Categorías: Hetero Autor: Jullietta, Fuente: CuentoRelatos

    ... novedad. Su boa de nuevo se une a la mía, y su mano se clava en mi muslo, amasándolo con firmeza, mientras nuestras lenguas se enzarzan en un nuevo intercambio de golpecitos suaves, que nos extasían a ambos.
    
    Ambos sabemos que no queremos montar un espectáculo. Sin mediar palabra parece que lo teníamos pactado, y su vaivén es apenas imperceptible, muy suave. Pero de intensidad suficiente para que yo pueda percibir en el interior de mis entrañas el choque cadencioso de su glande endurecido, que me provoca una excitación suprema.
    
    -“No hemos tomado precauciones de ningún tipo”-me susurra entre gemidos, después de soltar mi boca por unos instantes –“pero estoy sano”- añade.
    
    -“Yo también, y tomo pastillas. Así que no pares, quiero que me inundes con tu leche”- le respondo nerviosa, sin poder reprimir mi deseo más extremo.
    
    -“Avísame cuando llegues”- me indica con su voz grave y segura. –“Quiero correrme contigo”-
    
    -“Lo haré”-
    
    Le respondo con rapidez. Y es que siento que mi cuerpo va a estallar en breve. No sé si es por el entorno, por las cervezas o por el morbo del momento. Tal vez porque sé que me miran desde lejos, pero siento que mi tiempo se acaba. Y un enrome cosquilleo empieza a circular por mis venas.
    
    -Me voy a correr. Me vengo: Me acabo…”- murmuro nerviosa mientras persiste ese cadencioso choque de su glande contra mi interior.
    
    -“Vamos a ello, vamos. Te marco. Te lleno. Toma mi leche, toda. Tómala…”-
    
    Sus últimas palabras suenan junto a mi oreja ...
    ... entrecortadas, al tiempo que una lava ardiente me quema todo mi interior.
    
    Son varias sacudidas. Todas fuertes, que me invaden y me llenan de su semen, mientras repito con insistencia que me lo de todo, que lo quiero, que me marque, que soy suya…
    
    Me suelta la pierna para abrazarme fuerte. Y yo apenas acierto a apoyar mi pie en el suelo. Así permanecemos unos segundos. O minutos tal vez. He perdido la noción del tiempo.
    
    Su miembro sigue dentro de mí, aunque empieza a perder volumen. Y eso me proporciona una rabieta, porque no quiero que se termine esa sensación.
    
    Su mano está hurgando en su bolsillo, del que extrae un pañuelo de papel. Aparta su cuerpo, sin dejar de abrazarme, para limpiarse el miembro. Que rico debe estar. Sabroso y con jugo: Tiene un aspecto delicioso.
    
    Por encima de mi vestido, me subo la tanga, en un vano intento de retener su semen dentro de mi sexo. Pero ya está empezando a empapar mis muslos, bajando por unos ríos sinuosos a través de ellos.
    
    Empezamos a reírnos. Hasta alcanzar una risa casi histérica, inconexa. Nos abrazamos de nuevo, y echamos a andar mientras me dice cerca del oído:
    
    -“Anda, vamos a buscar algún sitio donde puedas asearte”-
    
    No puedo evitar girar la cabeza y mirar al guardia de seguridad, y luego a la mesa del bar. Y una amplia sonrisa se dibuja en mis labios. Habréis podido imaginar, incluso ver algo… pero ninguno de vosotros ha podido sentir lo que este hombre me ha hecho sentir.
    
    Y mientras jugamos a darnos besos ...