1. Una cita a ciegas


    Fecha: 06/01/2021, Categorías: Hetero Autor: Jullietta, Fuente: CuentoRelatos

    ... las mesas del bar, que nos están mirando. Que deben tener envidia de nuestra situación, curiosidad mordiente de unas personas que ya deben estar en la tercera edad.
    
    No los puedo ver, porque quedan a mis espaldas, pero me excita el imaginarlos, y el ser carne de su curiosidad. Me da morbo.
    
    Me besa de nuevo. Esta vez con mucha más pasión y fuerza, y me hurga con su lengua para que abra más mi boca. Lo hago y siento como explora todo mi interior y se enzarza en darme golpecitos contra mi lengua. Acepto el juego y me entrego a ese rol. Le siento casi llegar a mi garganta: Me besa con mucha fuerza. Ha subido sus manos hasta mis hombros que acaricia mientras me sujeta la cabeza para llegar más adentro. Casi me ahogo. Me encanta.
    
    Se aproxima aún más a mí, y yo abro más las piernas, porque le quiero cerca, muy cerca. Mis uñas se clavan en la madera del banco mientras me lame el lóbulo de la oreja y me dice que hay otro admirador: un guardia de seguridad del edificio que hay justo al otro lado del bar. Ha salido a fumar un cigarrillo y nos devora con la mirada mientras suelta el humo lentamente.
    
    -“Seguro que me envidia. Le gustaría ser yo en ese momento y tenerte así, como yo te tengo”-me dice mientras dibuja con su dedo el escote de mi vestido, para después lamerme los hombros con lujuria.
    
    Siento que me estoy mojando. Y no percibo nada, no pienso. Será la cerveza o las ganas, pero me gusta cómo me trata y me conduce.
    
    Su mano está ahora sobre mi muslo, por encima ...
    ... del vestido. Y él muy pegado a mí. Tanto que siento su pecho apretarme contra sí, con el otro brazo ciñéndome el cuerpo. Me besa con efusividad, con lujuria, mientras me aprieta las carnes de mi pierna.
    
    Me siento más excitada, mucho más. Y suelto una mano del banco para rodear su talle y palpar su culo. Me gusta el culo bien redondeado en un hombre: Comprobar su firmeza y palparlo con descaro.
    
    Me está levantando el vestido, arrugándolo entre sus dedos, hasta posar su mano sobre mi muslo: Ahora sin nada por medio. Y ese contacto de piel con piel, me estremece, aunque me sienta arder.
    
    -“¿Qué haces? Atrevido…”- le susurro con un lenguaje bien locuaz de que no pare… y ahora soy yo la que le besa con toda mi lujuria, quien le recorre el interior de su boca, hasta que no aguanto más y me separo para decirle: -“Estoy empapada”-
    
    -“A ver…”- Me responde dibujando una sonrisa maliciosa y perversa. Al tiempo que su mano se acerca a mi ingle, y uno de sus dedos se introduce hábilmente por debajo de mi tanga.
    
    Me coloco de pie, por un instante, sin separarme de él, sujetándome a su cintura y clavándome a su cuerpo. Y es así como le noto su excitación. Su sexo está erecto, y… debe estar delicioso.
    
    Al colocarme de pie, le he permitido que su dedo ya debajo del tanga, haya podido estirarlo ligeramente hacia abajo. Y la verdad es que su habilidad es notoria, porque lo siento bastante deslizado. Es entonces cuando empieza a empapar su yema en mis jugos, para asearse después ...
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