1. Una cita a ciegas


    Fecha: 06/01/2021, Categorías: Hetero Autor: Jullietta, Fuente: CuentoRelatos

    ... lentamente por encima de mis labios vaginales, hinchados por la excitación y que dibujan el portal de entrada a mi más reservado interior.
    
    Empiezo a jadear, y a mirarle fijamente a los ojos mientras me mordisqueo el labio inferior. Me siento vencida, entregada totalmente.
    
    Son ya dos dedos los que hurgan: Tres. Uno se entesta en dar círculos encima de mi botón excitado y deseoso, mientras los otros dos se pasean por todo mi interior, provocando mucha más emanación de jugos lubricantes de mi cuerpo que arde.
    
    Miro a un lado y a otro. Deprisa, como una niña dispuesta a hacer su travesura más atrevida. Sonríe mientras me sigue hablando de lo que deben estar diciendo los de la mesa del bar.
    
    Están alejados, no puede oírlos, pero tiene buena imaginación, y me excita en sobremanera con sus palabras. Palabras que empiezan a rozar la brusquedad, mezcladas con algún calificativo soez sobre nosotros.
    
    A quien sí puedo ver es al guarda, que sigue impasible fumando, y que, por la proximidad y el ángulo de visión, casi seguro que debe poder deleitarse con los movimientos de sus dedos dentro de mí.
    
    Y le bajo la cremallera, buscando con avidez ese tesoro que esconden sus pantalones.
    
    ¡Sorpresa! No lleva ropa interior. ¡Ohhh!, ese hombre sabe lo que hace. Siento el tacto caliente de su miembro en mis dedos, y me apresuro a sacarlo de su encierro.
    
    Lo miro codiciosa, anhelante, deseosa de llevármelo a la boca, aunque sé que es imposible. Pero me apresuro a rodearlo con mis ...
    ... dedos e imprimirle un primer movimiento de vaivén que, poco a poco, voy acelerando.
    
    Ha cesado de hablarme y ahora es él quien jadea, y suelta algún improperio. Acelero más y siento como aumenta de tamaño de forma elocuente. Me gusta su tacto, es suave su piel, y me esmero en bajársela del todo, hasta hacerle soltar un leve gemido en cada final.
    
    Saca su mano de mí, y sostiene mi vestido izado lateralmente. Me vuelvo a apoyar en el banco y me apunta su miembro en mi entrada. Me sujeta con su mano la otra pierna en alza, y se ladea un poco para que pueda apoyarla en el respaldo del banco ligeramente.
    
    Su mano ahora se desliza por mi muslo hasta el inicio de mi cadera doblada… y entra en mí. Me la clava despacio, pero sin parada. La siento como va entrando, como se desliza suave por mi extrema lubricación. Hasta que llega al fondo.
    
    Es una sensación indescriptible. El tiempo ha parecido ir más lento, y ese recorrido se ha hecho eterno, sabroso, con todos los calificativos aduladores que se le puedan otorgar. Su miembro, erecto en mi justa media interna, ha rozado en su avance cada pliegue, cada centímetro de mi sexo, Ha sido lento pero constante, único, hasta llegar a sentir como su cuerpo se aplasta contra el mío, y su vello, roza el exterior de mi sexo. Su glande toca el fondo de mi interior, y ahora se mueve en círculo, en un bamboleo suave, sin apenas retroceder.
    
    Nunca había percibido a un hombre en mi interior de ese modo. Y he de confesar que me enloquece esta ...