1. No fue una noche mas


    Fecha: 02/01/2021, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... jugar con ello y alternar los gemidos en una hipotética composición musical que me causo cierta gracia, una pequeña carcajada por mi parte a este respecto, sacó del éxtasis a mis dos amantes, que me miraron como despertando de un suave sueño.
    
    Aproveché para comenzar a lamer el miembro de Abel, y, cambiando de posición acostarme sobre el cuerpo de Alberto, sentándome sobre su polla y comenzando a moverme rozando mi sexo aun cubierto por mis bragas contra su pene empapado aún con mi propia saliva.
    
    No decepcionó la dureza que había detectado con la mano a mi lengua. Nunca había visto un falo tan terso y firme, casi se parecía a mi consolador metalizado, incluso en su tamaño.
    
    Intenté meter mi pierna entre las piernas de Alberto, pero su slip, aún a la altura de sus rodillas, le impedía dejarme el hueco suficiente. Sólo conseguí dar con mi rodilla en sus testículos: emitió un gemido de dolor que me recordó otras sesiones distintas en otro momento y en otro lugar que llegaron a mi memoria de forma inconsciente. Y de forma inconsciente también, decidí seguir con ese rozamiento de mi rodilla contra su polla, pues subió los brazos hacia el cabecero de la cama y entendí esto como un gesto de sumisión que no quise desaprovechar.
    
    Abel seguía gimiendo con la cabeza mirando al techo en un estado de clímax. Mientras Alberto jadeaba con cada embate de mi rodilla, ya no tenía mi mano apoyada sobre la cama, sino que todo mi peso se centraba en el cuello de Alberto, al que tenía ...
    ... agarrado con fuerza.
    
    Mi excitación me llevó a empezar a usar los dientes con el pene de Abel, primero suavemente y luego con más insistencia. No detecté rechazo alguno y me dediqué a dar grandes lamidas a sus testículos. Terminé introduciéndome en la boca a cada uno de ellos de forma alternativa. Seguro que eso causaba dolor, pues se retorcía mientras se lo hacía, aunque no me lo impedía, y podía hacerlo fácilmente pues tenía ambas manos libres.
    
    Decidí por fin que era mi turno.
    
    Me incorporé, y de rodillas comencé a quitar el sujetador y a lanzarlo junto al resto de ropa que se encontraba esparcida por toda la habitación. Rápidamente, ambos acudieron a chuparme los pezones. Agarraba la cabeza de cada uno de ellos con mis manos, marcando el rito que quería. Noté como Abel comenzaba a morderlos con algo más de furia que al principio, quizás quería vengarse del trato recibido en mi mamada. Los agarré del pelo y apreté sus caras sobre mis senos. Me vi jadeando suavemente de forma acompasada con el giro que sus cabezas estaban obligadas a llevar a mi voluntad.
    
    Parecía tener el control. Sólo fue un espejismo, pues a un tiempo, ambos dejaron mis tetas y en un instante se incorporaron, tumbándome boca arriba entre los dos. Alberto me comía la boca de forma salvaje, mientras Abel me quitaba las bragas con mi colaboración, al levantar primero mi culo y luego las piernas. Noté enseguida como me lamía el clítoris de forma más que correcta. Estaba a punto de correrme y sólo había ...
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