1. No fue una noche mas


    Fecha: 02/01/2021, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    NO FUE UNA NOCHE MAS
    
    El sábado se presentaba como uno más. Es cierto que las noches de los últimos fines de semana habían sido especialmente fructíferas en mis cacerías nocturnas y ninguna se había saldado sin cobrarme alguna pieza de las que a mí más me gustan.
    
    La música desde el salón, al máximo volumen posible, llegaba a mi habitación de forma atronadora mientras, frente a mi armario, elegía la ropa más atrevida que tenía; que no es poca. Bailaba como lo hacía sobre los altavoces de los clubs que frecuentaba cuando el alcohol extinguía en mí cualquier rastro de inhibición. El espejo me reflejaba en ropa interior, con un conjunto negro casi transparente que trajo a mi mente recuerdos de noches locas de cueros y fustas, de esposas y cadenas, de sudor y gritos de placer… estaba claro que estaba cachonda y esas imágenes acrecentaban esa sensación.
    
    Aún tenía el pelo mojado y eso me transmitía una frescura limpia y clara que intensificaba un bienestar que pretendía salir de mi interior como una gran explosión de felicidad. Ya en la ducha, mientras me terminaba de rasurar, había tenido la tentación de disfrutar yo sola, como había hecho cada día de la semana, recordando la última fiestecita y anhelando la llegada de la próxima; no quería que terminase esa temporada de pasión desenfrenada. Me contuve.
    
    Me maquillaba ya enfundada en mi minifalda negra. El pelo recogido en un “moño perfecto”, como solían decirme mis amigas: “no sé como consigues hacértelo tan ...
    ... bien tú sola” repetían habitualmente; “me hago yo sola cosas más perfectas que esa”, pensé en ese momento y solté una gran carcajada. Si alguien me hubiese visto pensaría que estaba loca riéndome sola. Sentí cierta lastima al ponerme la blusa de seda clara que había elegido, es una pena que no pueda lucir mi conjunto por la calle, parecía diseñado especialmente para mis pechos, incluso los pezones estaban milimétricamente situados en la posición exacta, y el canalillo resultaba fascinante entre el tul y los pequeños aros que los sostenía.
    
    Estaba casi lista. Sólo quedaba enfundarme mis zapatos de tacón en la ceremonia que tenía lugar siempre antes de salir. Me situé delante del espejo analizando cada detalle: pendientes, maquillaje, pulseras, reloj, mi pelo recogido, el tercer botón de la blusa descuidadamente desabrochado para crear un escote magnifico, que dejaba intuir, más que ver, mi precioso sujetador. Una vez confirmado todo, me subí lentamente en los tacones que tenía preparados: crecía diez centímetros en un instante, pero más crecía aún mi sensación de plenitud, de recuperar los poderes que el trabajo en la oficina me había constreñido y casi anulado. Ahora si era yo y estaba dispuesto a demostrarlo.
    
    Apenas pude oír el sonido del teléfono por la música que seguía tan alta como al principio de mi ducha; un día los vecinos me van a matar. Salí casi del trance frente al espejo. Era Montse. Ya estaba abajo esperándome. Todo estaba listo, empezaba otra noche de ...
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