1. No sé cómo ocurrió, ni cómo dejé que ocurriera 3


    Fecha: 29/11/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: palotess, Fuente: CuentoRelatos

    ... estado lo había puesto con mi cambio de ropa.
    
    Sin decirle ni una palabra y ante el asombro de Gustavo, le bajé el pantalón muy despacio, dejando salir su polla que ya estaba dura como una piedra. Me agaché y empecé a lamerle el glande después de descapullarle y poco a poco lo introduje en mi garganta sintiendo como mi marido me sujetaba la cabeza contra su polla jadeando ante la sorpresa que le estaba dando y no creyéndose lo que estaba pasando. Comencé a chuparle la polla muy despacio mirándole a los ojos mientras lo hacía. Le daba lametones y chupaba su cabeza como si fuera un caramelo esperando recibir de un momento a otro mi trofeo. La engullía hasta el fondo de mi garganta notando como de vez en cuando venía alguna arcada que hacía que mi excitación fuera cada vez a más hasta que empecé a notar las contracciones y a mi marido jadear en voz baja intentando sacarme su polla de mi boca ante la llegada de su corrida. No lo dejé. Me agarré a su culo y seguí chupando cada vez más fuerte hasta que sentí como aquél rabo escupía su carga dentro de mi garganta y yo tragaba y tragaba hasta más no poder, sintiendo como se me escapaba por la comisura de mi boca el resto de su leche.
    
    Una vez acabado, limpié su polla con mi lengua y se la guardé en su pantalón del pijama. Le di un beso en la boca y me apoyé en su pecho con la sensación del deber cumplido. Era como si le hubiera pagado la traición de esa noche con una mamada. Noté como mi marido no acababa de creerse mi ...
    ... comportamiento (cuantas veces había intentado que hiciera lo que había acabado de suceder), cuanta insistencia y ahora yo sola había hecho realidad una de sus fantasías. Me sentía muy bien. Mis remordimientos habían quedado en otro plano. Una Laura nueva había empezado a aparecer. Lo que no sé es hasta donde sería capaz de llegar ni las cosas que estaría dispuesta a hacer o a dejarse hacer. Se durmió. Un sueño muy profundo y placentero. Mañana sería otro día y además estaba de vacaciones.
    
    Desperté a eso de las once al oír como Laura, mi hija, me llamaba con insistencia. Fui a su habitación con la cabeza muy embotada y sintiendo una punzada en las sienes fruto de la resaca de la bebida de la noche anterior. Me senté en el borde de la cama mientras mi hija no paraba con su verborrea que hacía que el dolor de cabeza, lejos de amainar, aumentara.
    
    Bajamos hasta la cocina en busca de lo necesario para el desayuno de la niña. Leche con cereales para ella y un café muy cargado para mí. Seguía con mi pijama cortito y sin sujetador, que hacía que mis pechos, aún firmes a pesar de la edad que ya iba cogiendo, sobresalieran sobre todo mis dos pezones que apuntaban hacia fuera como si trataran de perforar la camiseta.
    
    Con el escándalo de la niña apareció mi suegra que estaba en el jardín. Saludó a la niña y después de ver mi aspecto noté una sonrisa que daba a entender que comprendía lo que pasaba por mi cabeza.
    
    Sonó el timbre del portón de la entrada a la parcela. Mi suegra cogió el ...
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