1. No sé cómo ocurrió, ni cómo dejé que ocurriera 3


    Fecha: 29/11/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: palotess, Fuente: CuentoRelatos

    Observaba como Raúl subía las escaleras cargado con mi hija. Mi marido se quedó abajo en el salón y puso la televisión acomodándose en el sofá.
    
    Yo ascendía las escaleras muy despacio con mi cabeza en otro sitio. Iba pensando en lo que había sucedido en el coche quince minutos antes. ¡No salía de mi asombro! Entre el cansancio producido por la tensión pasada, la excitación del momento (todo hay que decirlo) y el punto de desinhibición producido por el alcohol ingerido, se había creado en mi cabeza un torrente de pensamientos, en el que a pesar de ver que lo que había dejado que sucediera dentro del coche, con el amparo que daba la noche, podía haber acabado muy mal para todos (especialmente para mí), la sensación de peligro, el morbo de la situación, hacía que cada vez que venía a mi mente sintiera una punzada de placer en mi vientre.
    
    Entré en la habitación de mi hija dispuesta a acostarla. Raúl la dejó tendida sobre la cama y yo la arropé muy despacio acariciando su cabello. Inclinándome sobre ella la besé cariñosamente.
    
    Salí de la habitación y me dirigí muy despacio hacia el cuarto de baño. Notaba esa inseguridad que da el alcohol cuando el cuerpo va asimilándolo poco a poco. Entré en el baño y entorné la puerta. Me senté en la taza y empecé a eliminar lo que había ingerido en una cantidad muy satisfactoria para mi cuerpo. Después me senté en el bidet, subí mi vestido y me quité el tanga que colgaba de la parte delantera.
    
    He de decir que en ese momento ...
    ... estábamos solos en la parte de arriba, Raúl y yo. Mis suegros tienen su dormitorio en la parte de abajo de la casa y así se ahorran de subir y bajar, con la edad que ya van teniendo pensaron que era lo mejor para ellos.
    
    Comencé a lavarme muy despacio, saboreando el momento e intentando sacar de mi coño, la leche de mi sobrino que junto con mis fluidos vaginales se habían resecado llenando mis labios y vello púbico, dejándolos sucios y pegajosos.
    
    Notaba mi clítoris y mis labios vaginales todavía inflamados con lo que el pasar mi mano sobre ellos hacía que algunos espasmos aparecieran en mi vientre.
    
    Mientras estaba sentada concentrada en lo que estaba haciendo, se abrió la puerta y entró Raúl que sin apenas mirarme se acercó a la taza y bajando su pantalón corto del pijama sacó su polla y se dispuso a mear.
    
    —¿Qué haces? —Le dije en voz baja.
    
    —¿Estás loco o qué? ¡Mi marido podría subir en cualquier momento!
    
    Le dije esto mientras observaba como empezaba a mear, sin hacerme caso, con su polla, que aun estando morcillona llamaba mi atención tanto como la primera vez que se la vi.
    
    Una vez acabado de mear se la sacudió y sin guardársela se volvió hacia mí que no salía de mi asombro.
    
    —Límpiamela! Me dijo ya muy cerca de mi cara.
    
    —Sal de aquí por favor! —Le rogué en voz baja presa del pánico de ver que mi marido podía subir en cualquier momento.
    
    —Hazlo y me voy! —Siguió insistiendo.
    
    Cogí agua con mi mano en intenté lavársela un poco. Se echó hacia atrás de ...
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