1. Atrapada por mi hermana (real)


    Fecha: 17/10/2020, Categorías: Hetero Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues

    ... abanicos de techo. Como Clari dormía, me fue fácil llamar a Hugo. Él correspondió de inmediato, con los pantalones tensos por su erección. Entré a mi cuarto y me tiré sobre la cama. Pensaba mamarlo cuanto antes, así que me quité, en el transcurso en el que accdedía a mi habitación y cerraba la puerta, la blusa y la minifalda. Cuando me vio con los cacheteros rosados y el sostén a juego, no se tomó nada de tonterías (según él) de juego previo. Se quitó la camisa de un tirón, se bajó los pantalones y los boxers. La tenía tiesa, tiesa de verdad. —Ven, bebé — le dije con un gesto sensual, y cuando estuvo cerca, me llevé el miembro a los labios y mamé la carne caliente que me ofrecía. La polla, al igual que él, era de constitución gruesa, venuda, con apenas una pelusilla de vello púbico. No me importaba. Era riquísima, de huevos grandes y firmes. Se recostó sobre la cama con el pene apuntando al techo. Separó las piernas y yo me deshice de los cacheteros. Era la primera vez que me veía desnuda, y no pudo aprovechar la vista porque, en el frenesí del sexo, me senté sobre él. Me había depilado (suelo hacerlo, el vello en esa zona me es desagradable), y atrapé el pene entre mis labios vaginales, entre los jugos tibios que manaban de mi conchita virgen todavía. Sí… virgen a esa edad, actualmente no es que se vea muy a menudo. La lubricación abundante que produzco (y que a veces es incómoda para mí) logró cero fricción entre el caliente pene y yo. Cabalgué. Sentía mi cabello ralo ...
    ... acariciando mi espalda, mis tetas rebotando, añorando por salir del sostén. Me apoyé en el pecho de Hugo. Él estaba riéndose de placer, de incredulidad ante lo que hacíamos. Y yo, salvaje, no dejaba de simular ser penetrada. Tentaba mi coño, lo hacia desear abrirse para al fin meter esas carnes dentro de mí. Gemí. Mi clítoris chillaba, y yo, que sabía que Clarisa estaba dormida, no pude dejar de lanzar agudos jadeos. —¡Uy, sí! ¡Así! —Ya, quiero meterla. —Espera un momento. Me quité el sujetador. Antes, antes de quitarme la virgnidad, quería que él probara mi coño. —Cómeme la concha —le dije, y me coloqué, pues, con un 69 con él. Los hombres a veces son muy poco gentiles. Ese cabrón me abrió las nalgas con fuerza y literalmente hundió su lengua dentro de mi vagina. La irrupción me causó risas, un aumento en la presión sanguínea y disparó la poca cordura que me quedaba. Me debatí entre dejar que me cogiera, que me la clavara en el culo o que me diera de beber su esperma. Cualquier cosa con tal de saciar mis deseos mas vulnerables y primitivos. Me llevé el miembro a la boca, mamándolo con fuerza desenfrenada, tratando de hundírmelo al fondo de la garganta con especial galantería. Me podía mirar en el espejo de mi tocador, allí, desnuda, con un pene grande entre mis labios. Me reí de mí misma. —Soy buena en esto —me dije mientras chupaba y chupaba. Apreté sus huevos. Quería el semen ya, mi dulce premio, mi alimento, mi lechita caliente para poder dormir en el mundo de los sueños ...