1. un negro para mi solita


    Fecha: 16/10/2020, Categorías: Intercambios Autor: iccs, Fuente: SexoSinTabues

    ... cuando iba a hacerlo, me pare repentinamente y lo invité coquetamente a meternos al mar, así lo hicimos durante unos minutos, de lo cual no me arrepiento pues tuve la fortuna de poder acariciarle su miembro que percibí bastante grande, era inmenso cuando se irguió, un poderoso instrumento de goce, las olas eran pequeñas por lo que doblábamos las piernas intentando ocultar nuestros cuerpos bajo el agua , teniendo precaución que mi marido desde su escondite pudiera ver lo que hacíamos en el agua. Cuando tuve entre mis manos su polla, mi deseo inmediato fue pretender sentirla dentro de mí, pero me acorde que hasta allá no llegaba el compromiso con mi esposo, aunque estaba desesperada por hacerlo, pero disimulé, sin embargo le dije: “Negro, quiero ser tuya, pero en este momento no, mi marido puede aparecer en cualquier momento, pero estoy segura que habrá un momento donde me podrás tener a tu gusto sin afanes, le acaricié ese monstruo de verga, y fue la única manera de contenerlo, mientras el metía sus dedos dentro de mi cuquita, y me exploraba, hasta que vi a mi marido haciéndome la señal acordada que indicaba que debíamos reunirnos: “Negrito, allá viene mi esposo, vete, vete rápido, y el me pregunto, cual es, cual es,” y yo le señale para el lado opuesto a donde estaba mi esposo. El se fue por debajo del agua y salió a varios metros de donde estábamos y yo aproveché para salir, evitando que reconociera a mi esposo. Al día siguiente acordamos con mi marido que iría sola al ...
    ... sitio que el negro se había ofrecido llevarnos. Después del desayuno, me encuentro con el negrote, le digo que no podemos ir al paseo, pues mi esposo quería descansar, él se desilusiono un poco, pero yo le dije que le insistiría a mi esposo a ver si me dejaba ir sola. Fui a la cabaña, simule hablar con mi esposo y cuando lo consideré conveniente regresé a hablar con el negro. Le dije que con la condición que regresáramos al medio día, mi esposo estaba de acuerdo que fuera al paseo. El sitio donde iríamos se llama la Barra. Tenía mi tanguita, mi sostén y encima la salida de baño, ya habíamos caminado unos veinte minutos y estábamos lejos de la vista de los escasos turistas cuando Jefferson me pide que me quite la salida de baño, y sus manos se posan en mi culo y por debajo de su pantaloneta empieza a asomarse el bulto de esa trancota, que yo estaba ansiosa por sentirla dentro de mí. Para llegar al destino que era la Barra faltaba recorrer unos tres kilómetros más por de playa cercada de palmas de coco. Cuando me quito la salida de baño la dejo en la arena y me acuesto sobre ella detrás de unos arbustos y le digo: “Negro te deseo, quiero sentirte mío, te prometí que me podrás meter tu vergota, por donde quisieras, y aquí me tienes, hazme lo que quieras, cómo y cuando quieras, culeame, culeame, culeame, ” el se saco su armamento y me lo apuntó a la boca, la cual no se hizo rogar y me lo metí hasta donde me fue posible porque era demasiado grande, con lo que tenia dentro me llegaba ...