1. Noche de pasión en Lisboa (XIII): Io Saturnalia


    Fecha: 17/09/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... con el rostro encendido y los ojos enrojecidos. Intuyo que no se han limitado a hablar, pero eso no es de mi incumbencia. Marta besa a Amália en las dos mejillas y asombrosamente, delante de mi esposa, poniéndome una mano en la mejilla, me besa en los labios, mientras me dice:
    
    - No se confunda. Ya sabe… y muchísimas gracias a los dos.
    
    - Ya sé, Marta. Ya sé. Y no tiene por qué darlas.
    
    Para beber durante la cena, he preparado algo que hacía muchísimos años que no realizaba. En una olla grande, he metido dos litros de vino, endulzándolo con miel, y con unas varas de canela, lo he puesto a calentar. Les he explicado que era algo que hacían mi abuelo y mi padre en las cenas de estas fiestas, desde la Nochebuena hasta la de Reyes.
    
    Ya en la mesa, con la cena dispuesta, les sirvo una copa a cada una de este brebaje caliente, y antes de que pueda advertirlas, ambas se meten entre pecho y espalda el contenido, sin respirar, diciendo al unísono: “que bueno está esto”. Les aviso que esa bebida es peligrosa y tengo para mí que no me hacen demasiado caso. Que sea lo que Dios quiera.
    
    Mientras cenamos, me han ido comentando las costumbres portuguesas y las particulares de la quinta en esta celebración, y yo les he ido comentando cómo recuerdo yo las celebraciones en España. El nivel del vino caliente baja peligrosamente, y yo no he sido. ...
    ... Yo sé las consecuencias que trae y me he ido reservando. Al terminar, voy a por la cafetera y al volver, me encuentro que las dos mujeres se han cambiado de lugar y se han sentado en el Chesterfield, dejándome un sitio entre las dos.
    
    Sirvo el café y me siento entre ellas. Al terminar de tomarlo, Amália me empuja hacia el respaldo y pasando mi brazo por detrás de su espalda, apoya su cabeza en mi hombro al tiempo que lleva mi mano a su cintura. Marta, me pide permiso y repite la acción del otro lado. Ambas, con lengua de trapo a causa de la estocada que llevan, me piden que les cuente más cosas de España. No han pasado ni diez minutos, y me doy cuenta que estoy hablando solo. Las dos se han quedado dormidas sobre mi pecho. Al sentirme sólo, empiezo a pensar cómo llevar a Marta a su dormitorio. Esta noche va a tener que dormir vestida. La descalzaré y la meteré en la cama, pero no me atrevo a desnudarla. Luego me llevaré a Amália a nuestra habitación y a ella sí que la desnudaré.
    
    Lo siguiente es despertarme anquilosado por la postura, las dos mujeres continúan durmiendo en la misma posición en la que se habían quedado. Por la ventana comienza a clarear el día.
    
    Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. Feliz Navidad a todos.
    
    CONTINUARA… Agradezco sus comentarios, tanto a favor, como en contra. Son todos bien recibidos. 
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