1. Noche de pasión en Lisboa (XIII): Io Saturnalia


    Fecha: 17/09/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    Primer día después de las Saturnales de un año próximo al MMDCCLXVIII a.U.c. (ab Urbe conditas) – 24 de diciembre de un año próximo al 2.015 a.D. – Primera Navidad de casados en la quinta.
    
    Hace días, mientras estudiábamos los preparativos para la celebración de la Navidad, comenté en la mesa el hecho de que las actuales celebraciones derivaban de una serie de celebraciones ancestrales, que poco o nada tenían que ver realmente con el nacimiento de Nuestro Señor. Esto, dicho así y cerca del santuario de Fátima, casi me costó la fulgurante excomunión por parte de Marta y Paulinha, Amália comprendió lo que yo estaba diciendo (aquí sí que jugaba en mi equipo) y me vi obligado a relatar cómo es que diversos mitos habían llegado hasta nuestros días y cómo se habían ido incorporando a nuestras tradiciones.
    
    Al referirme a las saturnales, y los festejos que se celebraban en la antigua Roma, la que más atención prestaba al relato era Paulinha. Sobre todo a la parte en la que los papeles se invertían, y los esclavos se vestían con la ropa de sus amos y viceversa, siendo además aquellos, servidos a la mesa por sus señores, en un intercambio de roles.
    
    No bien terminé de relatarlo, cuando Paulinha nos hizo saber que ese año celebraríamos las saturnales en la quinta, al más puro estilo romano. La salvedad era que lo haríamos en la comida del día veinticuatro, ya que a la cena de Nochebuena ella no asistiría, al celebrarla con su familia.
    
    Miré hacia Amália, y ésta, cerrando los ...
    ... ojos y encogiéndose de hombros me transmitió el mensaje: “es Paulinha, ¿qué esperabas después de contarle todo eso?”. Así que esto fue el motivo de por qué, esta mañana, estemos como estamos.
    
    Amália está en la cocina preparando la comida, vestida con ropa de trabajo. Yo estoy montando el Belén (Presépio como se conoce en Portugal) vestido con mis peores galas, y Marta y Paulinha están adornando el árbol de Navidad, ambas vestidas con ropa de Amália. En un remedo bastante realista de lo que harían los esclavos originales, se han colgado todas las joyas de mi esposa que han encontrado. Incluso Paulinha lleva en la muñeca mi cronógrafo. Marta casi es capaz de rellenar el pecho del vestido que lleva, pero mi nieta ha tenido que meterse calcetines en el sostén (que intuyo que también es de mi mujer), para poder dar un mínimo de forma al vestido que ha escogido.
    
    Como reina de las saturnales, aunque no ha sacado el haba, ni falta que le hace, que para eso es Paulinha, su primera medida de gobierno ha sido ordenar que vayamos todos tocados con un gorro de Papa Noel.
    
    Amália me entregó a primera hora de la mañana unas cajas de cartón, en las que, protegidas por plástico de burbujas, están las figuras del presépio, así como el portal que completa la escena. Conforme las he ido desembalando, me he sentido maravillado por el grupo escultórico que he ido descubriendo. Las figuras, de una talla exquisita, no son de arcilla, son de madera estucada y pintada. No sabría aquilatar su ...
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