1. Tres hombres y tres mujeres


    Fecha: 11/08/2020, Categorías: Anal Autor: Capitan Black, Fuente: CuentoRelatos

    ... suyo. Cuando ambas muy abrazadas terminaron, alguien detrás mío apareció, era la negrita hermosa. Entonces Marian aun totalmente desnuda abrió la puerta, me hizo pasar seguido por la negrita. ¡Capi! -dijo- espero que no te hayamos sorprendido y que no tengas prejuicios! ¡Estarás muy, muy, excitado! —Yo tartamudeando, en una situación en la cual, cualquiera de los dos maridos, ¡o los dos! Podría entrar y encontrarme solo dije ¡no hay problema!, mirando a la puerta. Melinda se paró me abrazo, sentí el calor de su carne tan deseada y me besó- espero que no te moleste que estuve besando a Marian tiene un gusto muy rico- Melinda dijo- no te hagas problema por los muchachos, duermen como troncos, ¡Liza te acompañará, es muy buena, ve con ella y disfruta tu siesta!
    
    Efectivamente Lisa vino a mi habitación, se denudó sin decir palabras, me tumbo desnudo sobre la cama. Subida arriba mío, sintiendo el calor de su sexo sobre mi espalda. Sus manos maravillosas aflojaron todas mis tensiones. Después me dio vuelta y puso dos de sus suaves dedos en mi sexo, mientras lo acariciaba tan despacio que el placer subía en oleadas y parecía no acabar más. Finalmente la penetré y gimió muchas veces. Tuvo no menos de ocho orgasmos, unos muy largos, besé su sexo hasta el cansancio. Finalmente, sin decir palabras se bañó y se fue. Agotado, en una noche cálida desplegué las cartas náuticas sobre una gran mesa, mientras los dos maridos miraban y hacían comentarios sobre los vientos de la temporada, ...
    ... lugares donde nos quedaríamos algunos días, etc. Yo no estaba, a esa altura para explicar nada, más bien me preocupaba por saber si esos dos tíos atléticos no sería dos gays que me correrían por todo el barco. Porque yo tenía la idea fija de voltearme a sus dos mujeres, y a la negrita también (si podía), pero con los dos tipos habría que andar con cuidado. Así acabó aquel día de locos. Que se repetiría día a día. Nunca vi a ningunos de los dos hombres con sus mujeres.
    
    El último día antes de la partida todos, menos Marian se fueron a comprar las provisiones para el viaje. La negrita fue mandada también por orden de Marian. ¡Así que nos quedamos solos! Bueno que puedo contarles, fui a su habitación y le dije lo hermosa que era. Me dejó que la desnudara, me pidió que la penetrara por donde quisiera, pero que ella tenía un pequeño vicio que compartiría conmigo. Me pidió que le atara las manos al borde de la cama, estando ella de rodillas, que la vendara. Preparó un vibrador. Un pequeño látigo –que, por la suavidad de su cola, no podía hacer daño- me exigió que le azotara las nalgas una y otra vez, luego me pidió el vibrador en su sexo y otra vez el látigo. Después hicimos el amor (Marian también tuvo muchos orgasmos) y me dio mucho más de lo esperado. Su piel tersa y perfectamente bronceada dejaba correr algunas gotas de sudor que se deslizaba buscando los labios abiertos de su sexo tibio, dulce, generoso y húmedo, que me brindó ese día y otros después
    
    Que puedo contarles a ...