1. Tres hombres y tres mujeres


    Fecha: 11/08/2020, Categorías: Anal Autor: Capitan Black, Fuente: CuentoRelatos

    Philip y Marian se conocieron en la Bahía de San Norberto, al norte de Miami, una tarde en que Philip amarraba su barco, un Beneteau de 35 pies. Casualmente Robert conoció a Melinda en circunstancias similares. Robert también es marino. Marian y Melinda al igual que sus esposos se hicieron amigas rápidamente. ¿Yo? Un servidor, Black o Capitán Black a secas. El Caribe – en cualquier sitio- es mi negocio, pasear a quienes puedan pagarlo. Philip vino a mi oficina en el puerto, había adquirido una goleta de 46 pies y pensaba junto a su esposa y sus amigos Robert y Melinda fletar el barco a algún lugar tranquilo del caribe. Hablamos de mis servicios, honorarios, etc. y acordamos una pronta reunión a fin de preparar itinerarios, y todo lo demás. Prácticamente dejaban todo en mis manos. Hablamos de un mes largo. Así que me esperaban días de sol, calor, playas y vaya a saber que más, uno nunca sabe.
    
    Una semana antes del viaje- un lunes- fui invitado a casa de Philip, a fin de conocernos, las dos parejas y yo viviríamos una semana en su casa. Pertrechado con diversas cartas náuticas llegue una mañana de avanzada primavera. Philip me dio la bienvenida y me presentó inmediatamente a Robert. Ambos de unos treinta y cinco años, un poco más bajos que yo (mido un metro noventa) me mostraron mi habitación, luego la casa- realmente deslumbrante- rodeada de un vasto parque. Canchas de tenis, una gran piscina, solárium, etc. En cuanto estuve listo me presenté en la piscina – donde bajo ...
    ... una generosa carpa comeríamos- Entonces ocurrió algo inesperado, que realmente me turbó. Philip me llamó al borde de la piscina y sonriente me dijo- aquí está Marian, en ese momento del agua surgió una visión extraordinaria. Marian, aún más joven que su esposo mostraba su escultural cuerpo, apenas cubierto por una mínima bikini rojo. Sus pechos exuberantes brillaban satisfechos, bajos los tibios rayos solares. Pequeñas gotas de agua resbalaban lentamente hacia su estómago y mojaban tiernamente su sexo, que yo en mi lujuria presentía como dos labios carnosos rodeados apenas de un rubio vello. Ella se ofrecía completa. Pude sentirme dentro de ella. Casi oír sus gemidos. Entonces, cuando comenzaba locamente a sentir una erección mi mente rompió el hechizo y la salude con una vos casi ininteligible, yo que me jacto de ser el marino que más mujeres ha hecho disfrutar en todo el litoral marino. Luego de esa escena, mientras nos sentábamos a almorzar, llegó en un auto convertible Melinda. Su pelo rojizo bailaba al viento. Un pequeño vestido rojo resaltaba su cuerpo perfecto. Curiosamente las dos chicas son muy parecidas, aunque Marian es morocha y Melinda pelirroja. Ambas de un metro setenta – como a mí me gustan-más bajas que yo, son más manejables (en la cama, claro).
    
    Melinda me saludó efusivamente, se alegró de mi estadía e hizo votos para que fuesen las mejores vacaciones. –Yo estaré trabajando- le dije- Melinda me retó, ¡de ninguna manera!, ¡si bien tu eres el Capitán no ...
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