1. Elena (A.C.) - mi masoquista IV - Final


    Fecha: 21/06/2020, Categorías: Hetero Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    Tras haber inundado las entrañas de Elena, los cuatro nos quedamos paralizados. Yo estaba en el séptimo cielo, pero con morbo que difícilmente puedo describir. Me sentía extraño. Mi miembro comenzaba a empequeñecerse, pero mi mente estaba a 100. Frente a mi tenía a la hermana de la mujer que penetraba (y la verdad es que estaba igual de buena que Elena, pero su hermana tenía las ubres un poco más grandes) y no sólo eso, estaba recién cogida. El tipo también se quedó paralizado.
    
    Elena y su hermana se miraron y así estuvimos (y no miento) alrededor de unos 2 minutos… sin hacer absolutamente nada, salvo observarnos. El morbo y la situación, comenzaban a darle vida a mi pene que aún se encontraba en el ano de Elena. Por mi mente pasaron mil y un situaciones extrañas, excitantes, morbosas e incestuosas; sin embargo, nada de aquello sucedió.
    
    Sin más, la hermana de Elena, agarró sus ropas y le dijo un autoritario “vámonos” a su amante y se fue, dándome una vista excelente de su trasero bamboleándose. Elena estaba totalmente petrificada. Traté de hablar con ella, pero no sucedió nada. Yo estaba nuevamente excitado y sobra decir que me agradó ver a mí, en ese entonces, cuñada desnuda y siendo cogida. La verdad es que su hermana es igual de bella que Elena, sólo que un poco más chaparrita. Se parecen mucho. Es de sonrisa fácil, extrovertida y completamente animada. Berrinchuda a más no poder y, puesto que es menor, es la consentida.
    
    Dado que Helena no me respondía, intenté ...
    ... probar suerte con algo más. La penetré por la vagina de una sola vez y comencé a maltratarla. Soltaba cada vez más fuertes nalgadas. Ella ni siquiera gemía. Tenía la mirada perdida y parecía ajena al mundo que la rodeaba. Apreté sus pezones de manera impresionante y ni así. Pellizqué su clítoris con verdadera saña y soltaba fuertes manotazos sobre su vulva y tampoco. De un empujón la tumbé sobre el suelo, la coloqué boca arriba y le abrí las piernas. Le escupí en la cara, le metí nuevamente mi verga en la concha, después en el culo un par de veces y se la restregué por la cara. Era como coger con un robot. Al parecer no sentía y vaya que la había maltratado. Se la volví a meter por la concha, ya con un poco de preocupación… le solté un par de cachetadas y a la tercera, comenzó a reaccionar.
    
    Fue un momento que quizá rompió una nueva barrera en ella. Desde esa noche en adelante, no hubo límites en nuestras jodiendas. A partir de ese momento, creo que todo le dio igual. Y para mí fue mejor y peor en muchos sentidos. Quizá fue, a partir de ese momento en que todo comenzó a derrumbarse… pero jamás lo vi venir.
    
    Cuando volvió en sí, inmediatamente sonrió y me abrazó con sus piernas. Al poco rato terminé dentro de ella y me besó con pasión. Nos vestimos, pero ella seguía inmensamente caliente. Nos despedimos de su fiesta y afortunadamente no nos encontramos a su hermana. De camino al pequeño cuarto alquilado en el pueblo aquel, me hizo un oral que jamás olvidaré en mi vida y me ...
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