Las Tetazas De la Mujer De Mi Mejor Amigo
Fecha: 17/04/2020,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... infartante. Allí estaba; con sus muslazos, su cintura marcada, con su tripita y aquellas tetas rebosantes, que parecían reventar el sostén del bikini.
Yo no paraba de mirarla con disimulo.
Nos bañamos, comimos, charlamos de todo un poco, nos reímos y paseamos por la playa. Pero siempre, mis ojos puestos en aquellas tetazas y el culo de Mónica. Solo pensaba en follarme aquel par de melones. Y hubo un momento en que la miraba sin disimulo.
Esa noche, Jorge y su mujer, volvieron a follar. Yo, en la habitación de al lado, me subía por las paredes, fantaseando con la tetona.
Al día siguiente, Jorge quiso ir a una cala solitaria que le recomendaron. Fuimos en autobús; estaba bastante lejos. Era la playa de Diego Hernández. Una cala tranquila de arena fina y aguas turquesas. Hacía sol y aun así, casi no había nadie. Unas doce personas. Aun así, nos alejamos un poco, para estar solos.
Yo no paraba de mirar a Nuria, absorto, mientras se bañaba. Gabriel y yo, estábamos sentados en las toallas sobre la arena, tras unas rocas que nos daban cierta intimidad.
– ¿Está jamona, eh? – dijo Jorge.
– ¿Eh? ¿Tú mujer? – pregunté sorprendido.
– Claro. Estás embobado mirando, cabrón – respondió Jorge, guiñándome un ojo.
– Bueno, pues… – dije avergonzado.
– Venga Rober, que hay confianza, coño. Si la de cosas que hemos hablado tú y yo. Que no me importa que la mires. Si con lo que te gustan las tetudas a ti, mamonazo – me dijo riendo.
– Hombre, tu mujer siempre me ...
... ha parecido guapa. Y no te voy a mentir; tiene muy buena delantera. Sus tetas son enormes como cántaros – respondí.
– Tiene unas domingas que alucinas. Tú no las has visto al aire, muchacho; si no, alucinarías más – dijo mi amigo, riendo.
– La verdad es que son imponentes, las tetas de Nuri– dije animado, al ver que mi amigo se lo tomaba con gracia.
– ¡Venga, confiesa! – Exclamó Jorge– ¿Te la has Jalado pensando en Nuria, alguna vez? – preguntó, riendo con malicia.
– Bueno, yo… pues… Bueno… – no sabía que responder, muerto de vergüenza.
– Va coño, que no me molesta y lo sabes. Dime… – dijo Jorge, sonriendo.
– Pues sí, Jorge. Desde que la conocí, unas cuantas. Tu mujer está muy bien. Y claro que lo he hecho – dije lanzado.
– ¿Qué te gusta de ella? Desembucha… – dijo riendo, mi amigo.
– Todo en general. Pero en especial su delantera. Tiene unas domingas que… ¡Buf! ¡Tela! Vamos, como dos melones… – respondí riendo, al ver que Jorge me mostraba ese morboso interés suyo, con una sonrisa socarrona.
– A mí me chiflan. Llevo dieciocho años comiéndome esas tetonas y cada día me gustan más, hombre. Y no veas como se menean, cuando estamos al lío. Y sobre todo, como las mueve la puñetera, cuando me hace una cubana – dijo Jorge, mientras reía morbosamente.
Mi polla empezaba a endurecerse, con aquella conversación. A lo lejos, Nuria seguía bañándose.
– ¡Buf, Jorge!, qué suerte tienes de meterla entre esos globos. Yo en mi vida he catado una mujer tetona – ...