Las Tetazas De la Mujer De Mi Mejor Amigo
Fecha: 17/04/2020,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... dije excitado.
– ¿Quieres verle las tetas a Nuria? Voy a provocarla un poco, que te las enseñe y te deje tocar – dijo mi amigo, riendo.
– ¡No jodas! Te mata… – respondí.
– Nuria es tímida, pero tiene su punto lanzado, si tiene buen día. Ya verás como la provocó y lo hace. – dijo Jorge. – Mira, ahí viene… – señaló.
– ¡Porfa Jorge!, no digas nada, que me da vergüenza – exclamé con el corazón en un puño, mientras su mujer, se acercaba caminando por la arena torpemente con sus bamboleantes tetazas, hasta nosotros.
– ¿Qué hacen ahí hablando? – preguntó Nuria, con su bikni mojado y sus enormes pezones marcándose bajo el sostén.
– Pues estábamos hablando sobre que estás muy jamona y que a Roberto le encantan especialmente tus tetonas, que tienes unas perolas enormes, cariño – dijoJorge.
Yo no sabía donde meterme. Nuria sonrió sonrojada y se sentó entre su marido y yo, en la toalla de él, delante nuestro.
– Cochinos que son, – dijo – siempre pensando en lo mismo – prosiguió, con una sonrisa.
– Qué dice Rober, que le encantan tus domingas y que alguna vez ha fantaseado con verlas. Va cari, enséñanoslas… – dijo Jorge riendo y guiñando un ojo a su mujer.
– Sí hombre, no te fastidia… Me da vergüenza. A ver, que Rober tengo confianza con él; pero no voy a sacarme el tetamen aquí delante de él – dijo ella riendo y haciendo aspavientos con las manos.
– Va, mujer… ¿Tú que dices Rober? – dijo su marido.
– Hombre, yo encantado – respondí mirando a Nuria, ...
... que sonreía avergonzada.
– Pero si son unas tetas… Anda que no habrás visto tetas en tu vida y por Internet… – dijo ella, ruborizada y con una pícara sonrisa.
– Como esas tuyas, no ha visto, cari – dijo su marido.
Tras unos instantes de risas y súplicas de Jorge a su mujer y conmigo muerto de vergüenza; Nuria aceptó.
– Vale… Pero no arméis escándalo, que os conozco. Y tú, – refiriéndose a mí – ni palabra a nadie, jamás – dijo ella.
Nuria miró alrededor; metió una mano por el sostén del bikini y se sacó una teta y luego la otra.
Allí estaba Nuria, arrodillada entre su marido y yo, que estábamos sentados a su lado; sonriendo nerviosa y con sus enormes pechos al aire. Las tetas de Nuria eran enormes. Con una caída natural fantástica; llenas, macizas. Blancas, con venitas azuladas y unos pezones marrón clarito, muy carnosos y unas enormes areolas difuminadas.
Ver a Jorge reír y que Nuria, que jamás pensé aceptara, hacerlo aunque estuviera muerta de vergüenza; me puso a cien.
– ¿Has visto que perolas tiene mi chica? – me preguntó Jorge, con picardía.
– ¡Dios Nuria! ¡Vaya cántaros! – exclamé. – Tienes unos biberones enormes – dije excitado, mientras Jorge y Nuria estallaban a reír.
– ¿Biberones? Lo de mi chica son ubres – dijo Jorge, mientras se ponía tras su mujer y le tocaba las tetas.
– Jorge que nos van a ver – dijo ella, airada.
A mí aquello me disparó la libido. Mi amigo parecía disfrutar con aquello. Y Nuri, aunque muerta de vergüenza, se ...