1. Sumisa en la calle: Experiencias


    Fecha: 14/02/2020, Categorías: Hetero Autor: CalmaSola, Fuente: CuentoRelatos

    ... Amo se quedó con ella. Estuvo acariciando su espalda y sus nalgas durante un rato muy suavemente, apenas rozándola con las yemas de los dedos.
    
    Pasado un rato, el intentó moverla y ella no se quejó. Parecía que su ano ya había dilatado lo suficiente como para albergar el cono sin dolor.
    
    La ayudó delicadamente a sentarse sobre el borde de la mesa. Y entonces la besó en los labios, ante lo cual ella se estremeció.
    
    -Lo has hecho muy bien. Vas a ser una buena perrita. No me equivoqué contigo.
    
    -Gracias mi Amo.
    
    -Bueno, ya sólo queda una cosa y después no iremos...
    
    Ella vio como él cogía los pequeños objetos punzantes metálicos. Cogió uno de sus pezones y colocó uno de ellos. Dolía, pero no mucho. Podría aguantarlo. Después repitió la misma operación con el otro pezón.
    
    Eran de la forma y tamaño casi exactos de sus pezones. Entonces comprendió lo de llevarlo bajo la ropa. Aunque ahora sólo ejercían una ligera presión, ella se dio cuenta que al ir pasando el tiempo aquella presión se convertiría en dolor. Pero no dijo nada. Fuese como fuese intentaría soportarlo.
    
    Fue el Amo el que la vistió. Al ponerle el sujetador y la camisa, el roce en sus pezones aumentó. Los objetos de metal abultaban bajo la tela, pero no eran exagerados, sólo parecía que tenía los pezones erizados. Le daba vergüenza pensar que la gente se fijaría en sus pechos, pero tampoco dijo nada.
    
    El Amo no le puso el tanga, sino que se lo guardó en el bolsillo. Ella pensó que qué pasaría si el ...
    ... cono se le salía en mitad de la calle.
    
    Él pareció leerle el pensamiento...
    
    -No te preocupes zorrita, no te hacen falta bragas ni tangas, el cono no se sale a no ser que tires de él...
    
    El hombre no pagó, simplemente firmó un papel, se despidió del dependiente y salieron de allí, no sin que antes el chico le diera una palmada entre las dos nalgas, lo cual hizo que pareciese que el cono se clavaba un poco más.
    
    Una vez en la calle, ella tenía la impresión de que todo el mundo la miraba y sabía que un trozo de plástico llenaba su culo y que unas pinzas torturaban sus pezones...
    
    -Bueno mi pequeña perra, por hoy nos despedimos...
    
    Ella se sintió decepcionada, pensaba que ese día por fin su Amo la haría suya, pero no se atrevió a replicar
    
    Cuando llegues a casa puedes quitarte todo lo que llevas puesto, pero cada vez que salgas a la calle, para ir a donde sea, te lo volverás a poner. Nunca volverás a salir de casa sin ellos, porque ese cono y esas pinzas te recordarán continuamente que me perteneces. Y ni se te ocurra masturbarte ¿Entendido puta?
    
    -Si mi Amo...Ella afirma, pero no lograba imaginarse yendo a trabajar o saliendo con sus amigos con aquellas cosas metálicas atenazando sus pezones y menos aún con su culo lleno.
    
    Pero casi lo peor era no poder masturbarse, se volvería loca si seguía notando aquellas palpitaciones en su coño...
    
    Él rozó los labios de ella levemente, tras cual dio medio vuelta y se marchó, volviendo a dejarla sola e insatisfecha... 
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