1. Mimitos especiales


    Fecha: 15/01/2020, Categorías: Hetero Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... ponele la peli a don Manuel!, me recordó, y lo hice apenas me arreglé la ropa. Esta vez el señor tenía la pija afuera del bóxer.
    
    ¡tardaste mucho hoy chiquitina, dale, poneme esa de lesbianas que está en el mueble!, me recriminó, y apenas le di play contemplé el movimiento de su mano abrazada al tronco de una pija formidable, gruesa, gordita y ágil. En cuanto los primeros chupones resonaban en la tele corrí a la cocina.
    
    Allí la tía me esperaba con una bandeja con chocolates, cigarros, un encendedor plateado y un café para que se la lleve a don Alberto. Pero antes de emprender mi marcha la tía metió su mano adentro de mi joggin y masajeó mi vulva gimiendo suave en mi oído, como un ronroneo ¡estás re mojada cielo, uuuuf, y encima no tenés ni un pelito… eso lo va a volver loquito al vieji… pero dejale las cosas y vení que hay que seguir por otros cuartos!
    
    La tía sacó su mano de mi intimidad y tras olerla entró al baño. Apenas entré al al dormitorio de Alberto dejé la bandeja en su mesa de luz mientras él en calzoncillo decía: ¡gracias nena, pero quedate un ratito más… patricia seguro que está ocupada… vení, haceme un masaje en las piernas por favor!
    
    Me senté a su lado y después de unos minutos de ir y venir de sus largas y vencidas piernas me saqué la musculosa diciendo que tenía calor, y el tipo puso una cara de baboso que me animó a tocarle el pito con las dos manos. Lo sentí crecer y latir, lo oí gemir y aclararse la garganta para implorarme: ¡así nena, bajame ...
    ... el calzón y pajeame un ratito, dale pendejita, y decime Betito!
    
    Lo hice, y el solo contacto de su pija sudada con mi mano quebró mi moral. Le apoyé las tetas en el pene, después se las acerqué a la cara y cuando le dije: ¡chupamelas Betito, que esta nena chancha se va a tomar toda tu mamadera caliente como una bebita, querés?!
    
    Me las chupó mientras me olía el pelo, se pajeaba hasta que le cambié su mano por la mía y le pedí que me muerda la cola sobre la bombacha. Apenas dijo que no aguantaba más me atreví a tomarle la lechita de un solo saque con tres o cuatro mamadas bien puerquitas. El viejo ese día me regaló 200 pesos.
    
    Habían pasado ya dos meses así, yendo y viniendo de los cuartos de los los viejos con comida, vicios o medicación. Pero siempre yo elejía a uno para tomarle la lechita y Patricia a otro. Mi organismo no lo toleraba más. Me moría de ganas por coger, y se lo confié a la tía. Además las pijas de los señores no eran desagradables, ni poco viriles, ni olían mal. El más grande era don Alfredo con 70 pirulos, y tenía tremendo tambo de leche entre las piernas. A él una noche me animé a hacerle un pete debajo de la mesa después de enseñarle la bombacha. Lo dejé que me toque el culo y que moldee mi vagina ni bien me la bajó, y en cuanto le pedí que me meta un dedito, estremecida y alucinando me agaché para correrle el calzoncillo y dedicarle la mejor mamada de su vida sin dejar de pajearme. Acabé mientras su semen decoraba hasta el lunar que que reina en mi ...
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