1. Mimitos especiales


    Fecha: 15/01/2020, Categorías: Hetero Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... 20 me presenté en el geriátrico. El encuentro con ella fue tan emotivo como tierno. Después de un abrazo cargado de llantos y risas me llevó a la oficina del jefe, un hombre suave y formal de unos 40 años que me hizo llenar planillas, firmar otros papeles y me informó acerca de mi sueldo. Enseguida conocí a Juan, el sereno, a Susana, la cocinera y a Noemí, la encargada de la limpieza. Las dos mujeres se fueron a las 23, y entonces mi tía y yo nos ocupábamos de llevar a los abuelos a dormir, de ponerles alguna peli, de prepararles té o café, de suministrarles medicamentos a los que los necesitaran, o de leerles el diario.
    
    Patri se ocupaba también de las inyecciones, de tomarles la presión, o lo que sea que yo no pudiera hacer.
    
    Mi relación con los viejos fue divina desde el vamos. Vi en Antonio, Ramón y Ricardo unos gestos obscenos cuando les llevaba café o algún vinito, pero no me molestaba. Los 3compartían el cuarto. La mayoría de ellos estaban allí solo porque no tenían con quién estar. Todos eran muy pícaros, divertidos y conversadores.
    
    Don Manuel siempre quería que le ponga una porno, y se le iluminaban los ojos como a un niño. A Pedro le gustaban mis masajes en la espalda y las piernas. Una vez me dijo: ¡me habría encantado tener una nieta con tus manitos… a ella le habría pedido que me toque la pija!, ¿vos te animás chiquita?
    
    Lo noté muy excitado, aunque no voy a negar que me encantó mirarle el bulto hinchado bajo su pijama.
    
    Salí espantada y se lo conté a ...
    ... la tía. Ella minimizó el tema diciendo que no hay que hacerles caso pero que hay que mimarlos mucho. Más tarde me dijo: ¡vos no te das una idea de cómo los ratoneás con tu cuerpito, todos piensan que no llegás a los 16, y te violan con la mirada!
    
    Me puse colorada, y pronto me dejó un rato sola en la cocina porque Alberto la llamó como asustado. Él es un hombre viudo que por las noches sufría de insomnio.
    
    Todos dormían. Yo leía mi novela y tomaba té para no caerme en la mesa, aunque en un momento la lectura condujo a mi mano a rozar mi vulva sobre mi jogging. La tía se demoraba tanto que, avergonzada por lo que estaba haciendo decidí ir a buscarla.
    
    Toqué la puerta de don Alberto y ella me invitó a pasar. ¡quedé sin habla cuando la vi inclinada en la cama, con la falda en la cintura, las manos del hombre estrujándole las nalgas y su boca rodeando su pene duro y largo!
    
    ¡vamos Alberto, damela toda, dale que tu leche es la más rica de todas!, decía la tía atragantada y voraz mientras él jadeaba de placer, hasta que se bebió de un solo sorbo un chorro de semen incriminatorio.
    
    ¡ahora se me duerme por favor, y no se queje que le saqué tres ricas lechitas!, sentenció mientras apagaba la luz y salía conmigo del cuarto tomadas de la mano. Tuve un sinfín de preguntas, pero tragué saliva y esperé llegar a la cocina donde ella sola aclaró mis dudas. Limpiándose la boca con una servilleta dijo:
    
    ¡Alberto es un adicto al sexo oral, como la mayoría de ellos; pero a veces se ...
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