1. Nochevieja de morbo.


    Fecha: 12/12/2019, Categorías: Jóvenes Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cómo su semen se derramó dentro de mi vagina en varias oleadas. A la vez, nuestras lenguas estaban acariciandose en la boca, sintiendo cada espasmo de aquel maravilloso polvo. Me tuvo penetrada un momento, mientras sentíamos nuestros cuerpos callados, calientes, jadeantes, sudorosos y unidos.
    
    Recogimos nuestras ropas y ascendimos hasta la oficina, en la quinta planta. Era sobria, sin mucho adorno, pero tenía cierto estilo. El suelo tenía una moqueta azul bastante limpia. Desnudos, colocamos el sofá cama, lo agarré del brazo y lo tumbé boca arriba. Lo observé un momento. Estaba buenísimo. Jamás en la vida un hombre me había puesto así. Era puro deseo, morbo... Me senté a horcajadas sobre él, aunque dejé un hueco entre mi clitoris y su ahora flácido pene. Me apoyaba únicamente sobre mis rodillas. Sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo. Interior de mis muslos, caderas, culo, los huesos que sobresalen de mi pelvis, mi vientre. Yo decido no tocarlo. Aparto sus manos y comienzo a bailar sobre mis rodillas, sensualmente. Me dijo que le encantaba mi vientre y como se me marcaban los abdominales. Deseaba que su mujer tuviera un cuerpo fibroso como el mío. Empecé a bajar sobre su pene, que ahora descansaba deshinchado sobre su bajo vientre. Los labios de mi clitoris rozaban aquella magnífica polla en toda su longitud con creciente intensidad. De nuevo, los líquidos vaginales surgieron y pronto estaba empapada otra vez. Su respiración fue acelerándose y su pene creciendo hasta que ...
    ... estuvo durísimo.
    
    Continué con mi juego un poco más, acariciándonos con mi clítoris. Llegaba hasta su glande y me lo introducía, pero solo llegaba hasta ahí. Él me pedía más, pero yo estaba dispuesta a hacerlo sufrir. Le dije que tendría que suplicarme que me la metiera, cosa que hizo acto seguido. Sin pensármelo dos veces, aquella polla volvió a estar dentro de mi, encajando de manera perfecta, como si nuestros sexos estuvieran hechos el uno para el otro. Los dos nos quedamos alucinados. Quise quedarme así un momento, para sentirlo. Este hombre me estaba volviendo loca por él. Me movía cada vez un poco más, sintiendo cada centímetro de él, cada vena, cada poco de líquido que segregaba aquel miembro. Estábamos tocando el cielo, haciéndonos el amor y sintiendo cosas que jamás, él en sus 45 años ni yo en mis escasos 18 habíamos sentido nunca. Juntamos las palmas de nuestras manos y entrelazamos nuestros dedos mientras nos mirábamos con deseo a los ojos. Mis movimientos de cadera eran cada vez más rítmicos y más acentuados. Sentía que iba a tener otro orgasmo de un momento a otro. Y efectivamente, lo tuve. Aún más brutal que el que había tenido en el portal. Un grito ahogado se me escapó. Los fluidos de mi vagina mojaban su pene, sus muslos, su vientre y el colchón del sofá cama. Tuve varios espasmos y mi cuerpo se contrajo dos o tres veces. Después, me derrumbé sobre él y volvimos a besarnos mientras seguía dentro de mi. Erecto. Hablamos sobre aquello. Ninguno de los dos nos ...