1. D O Ñ A S O L E


    Fecha: 11/12/2019, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... dándome no ya palmadas, sino auténticos golpes en la espalda y hombros • ¡Que sí, macho; que sí!. Que te comprendo… Porque mi madre será, pero también yo tengo ojos en la cara y no se me escapa que tiene un cuerpo de escándalo… Conque tú… Vosotros en general, que no sois hijos suyos… ¡Vamos, que sé que os la “peláis” casi todos los días a su salud!… ¿Me equivoco? Y yo cada vez más colorado, cada vez diciendo más eso de “Tierra trágame”… Y el cabrito de Pablo riendo, cada vez más también, a mandíbula batiente… Vamos, que yo, más o menos, pasándolas canutas • ¡Nada, macho; nada!… Que sabemos lo que es necesidad… Pero macho; ¡córtate un pelín más, que, al fin y al cabo, es mi madre!… Pero es que lo que también ocurrió fue que, según el tiempo, los meses, iban pasando, más de una vez y más de dos, al buscar yo con la mirada aquellos magníficos objetos míos de deseo, sorprendía su mirada clavada en el cuerpecito serrano, de entre diecinueve y veinte añitos, de este vuestro humilde servidor, lo que hacía que como una especie de corriente eléctrica surcara el susodicho cuerpecito desde la nuca hasta salva sea parte, allá por las delanteras bajuras de tal “body”… Vamos, que para esa época, a punto de cumplir mi primera veintena de años de mi vida, yo iba tras de Dª Sole como perro en celo… Hasta babeando de deseo… Pero hete aquí, que por entonces, a los no tantos meses de liviano flirteo entre un servidor y aquella especie de odalisca turca, traducidos en cinco o, máximo, seis ...
    ... tardes domingueras de bailoteo, pues las “reuniones” variaban de ubicación, repitiéndose pues en la casa de Pablo cada tres domingos mínimos, la bella empezó a variar de comportamiento hacia “moi”. Si aparecía por su casa, ella, que siempre se recreaba sentándose conmigo a charlar, indudablemente halagada por las incendiarias miradas que le dedicaba, se apartaba de mí y encontraba un montón de cosas que hacer para echarme a la calle en menos que canta un gallo. Y si conmigo iba algún otro amigo, Luis, Agustín y demás, con ellos se comportaba como siempre, amable, simpática y pelín picante, con frases como • La mujer debe ser señora durante el día; pero a la noche, metida en la cama con su hombre, (¡ojo; decía “HOMBRE”, no marido!), debe saber ser la puta más puta del mundo… Pero a mí, ni mirarme… Cuando menos, hablarme. Así que una tarde que me presenté allí, con la cosa de ir a ver a su hijo, mi amigo Pablo, tan pronto como de costumbre en las últimas semanas se levantó para dejarnos solos a Pablo y a mí, tras ni siquiera saludarme cuando entré, me excusé con su hijo con la necesidad de ir al servicio y salí despendolado tras ella; la alcancé en el pasillo; la tomé de un brazo y la acorralé, empujándola, suave, pero firmemente, contra la pared • Vamos a ver Sole; ¿qué puñetas te pasa conmigo que ni a mirarme te dignas desde hace ni sé ya el tiempo?. Ella me miró durante un instante, los ojos cargados de desprecio hacia mí… Y me arreó un bofetón de revés, en plena carrillada que ...
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