1. Yago (II): Esa misma noche


    Fecha: 09/12/2019, Categorías: Infidelidad Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... su cuerpo, en el que se apreciaba un sugerente y prieto culo.
    
    Y, por supuesto, la sola visión de esas piernas desnudas, enardecía el ánimo de los dos hombres; que se miraban mutuamente para aumentar el placer que les proporcionaba tener a un macho así, a su disposición.
    
    - Tumbémosle sobre la mesa, ¡excelencia!; y así, podremos lavarlo más cómodamente... y también, inspeccionar su cuerpo, convenientemente.
    
    - ¡Una gran idea!, capitán…
    
    Dejaron que la argolla bajara; y le desengancharon…
    
    Luego, el Marqués, sacó un frasquito de su mesilla de noche y lo acercó a la nariz de Yago.
    
    - Había olvidado que tenía esto aquí, capitán. Ya no hará falta ningún artilugio para contener al prisionero. A partir de ahora, esta preciosidad, dijo, dándole una palmadita en la cara, estará a nuestra entera disposición.
    
    Le quitaron los grilletes, y el cordel que llevaba atado a los pies…
    
    Y el Marqués se atrevió a levantarle la camisa.
    
    - ¡Mirad!, que hermosura, dijo.
    
    Dejando a la vista todos sus encantos…
    
    - ¡Mmmmm!, ¡qué maravilla!, exclamó; agarrándole el rabo con una mano, y metiéndole la otra debajo de los huevos...
    
    El capitán, sin embargo, lleno de regocijo, solo subió con su mano hasta llegar al pecho… lo acaricio, y sintió el deseo de chuparle los pezones; y así lo hizo, lleno de una gran excitación...
    
    - ¡Tumbémosle en la mesa, si! Hay que lavarle bien, dijo el Marqués.
    
    Le colocaron sobre la mesa, y absolutamente entregado, Yago sentía ese agradable ...
    ... manoseo, mientras lo lavaban; en especial, esa parada en el rabo en la que ambos pusieron tanto empeño.
    
    Se turnaron para chupárselo y acariciarle el ojete, sin percatarse del tiempo que llevaban haciéndolo; y así, debió de pasar más de media hora... en la que Yago, ya se había corrido dos veces.
    
    Sin embargo, todavía seguían amorrados, chupándosela.
    
    - ¿Por qué no le llevamos a la salita roja? Creo que sería lo mejor, dijo el Marqués.
    
    Y lo bajaron de la mesa, para entrar por una puerta, camuflada en la pared, que daba a una pequeña habitación, preparada a propósito, para llevar a cabo sus orgías; y en la que todo era de color rojo, excepto las palancas que salían de la pared, muy cerca del rincón de la derecha, y a las que el Marqués se acercó, para controlar la silla.
    
    Tiró de la del centro, y se oyeron las cadenas, que descendiendo bajaban una silla de cuero negro. La situaron en su sitio, y cuando la tuvieron a la altura idónea, colocaron a Yago sobre ella, y levantaron sus piernas hasta ajustarle las tobilleras.
    
    No querían que el muchacho sufriera ninguna rozadura.
    
    Y después de que su cuerpo quedara maravillosamente expuesto, volvieron a lavarlo; y a jugar con su cuerpo desnudo, dando rienda suelta, a todo tipo de ocurrencias.
    
    Luego, lo embadurnaron con aceite de rosas y sintieron el deseo de empezar a follárselo,
    
    Con gran excitación, y tras bajarse el calzón hasta las rodillas, el Marqués fue metiéndosela... y, poco a poco, empezó a pegarle fuertes ...