1. Yago (II): Esa misma noche


    Fecha: 09/12/2019, Categorías: Infidelidad Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    Sin embargo, en el cuerpo de guardia, uno de los carceleros entró en la celda de Yago, para dejarle la cena. Dejó en el suelo una cazoleta con agua, un plato con un poco de pasta amarillenta y un trozo de pan duro.
    
    Y tras zarandearle para que despertara, le gritó
    
    - ¡AHÍ TIENES LA CENA, PERRO!, y salió de la celda.
    
    Yago se incorporó para beber agua; pero, solo se atrevió a dar un par de tragos. El agua tenía un sabor extraño…
    
    También se arrastró para coger el pan, pero después de dar el primer bocado, tuvo que escupirlo; sabía a moho.
    
    Se dio la vuelta, y se dejó caer en el suelo, abandonándose al cansancio que sentía. Estaba completamente dolorido.
    
    Mientras tanto, en los aposentos del Marqués, se desarrollaban distintas actividades relacionadas con el propósito que les mantendría ocupados toda noche.
    
    El capitán Salazar hizo acto de presencia.
    
    - ¡Con su permiso, excelencia!
    
    - ¡Pasad!, capitán…
    
    ... ¿cuándo podré ver a ese joven?
    
    - Esta misma noche, ¡señor!...
    
    ... ¡si lo deseáis!
    
    - ¡Por supuesto! Estoy impaciente, después de haber leído vuestro informe.
    
    - Entonces, mandaré que lo traigan de inmediato, ¡señor!
    
    Hizo la habitual reverencia y salió de la habitación.
    
    Desde el cuerpo de guardia, se avisó a los carceleros para que subieran al prisionero. Y cuando el sargento vio al ejemplar... sonrío con malicia.
    
    Lo llevó hasta la zona palaciega del castillo, y lo introdujo en el edificio, por una puerta trasera.
    
    - ¡Gracias, ...
    ... sargento! ¡Ya puede volver a su puesto!…
    
    ... y procure que cese ese alboroto. No quiero quejas de señor Marqués, esta noche. ¿Entendido?
    
    Luego, cogió del brazo a Yago, que esperaba pacientemente; y tiró de él, para seguir por el pasillo hacia adelante.
    
    - Sabéis, que mañana iréis a juicio, ¿no?
    
    - No lo sabía, capitán…
    
    … pero, ¿de qué se me acusa?
    
    - De conspirar contra la corona, dijo riéndose para sus adentros. Se dice que habéis estado en trato con un conocido conspirador.
    
    - ¡Oh!, ¡Dios mío!… ¿quién ha dicho eso?
    
    - Un aldeano de renombre; que, por lo visto, os vio sentado con él, en la taberna del pueblo.
    
    - ¿Como?
    
    - Lo que os digo, ¡señor!
    
    Toda una artimaña, para gozarlo esa noche en compañía del Sr. Marqués; que no en vano, le pedía con frecuencia, ese tipo de cosas.
    
    Las patrullas, como la de hoy, tenían la misión de recaudar tributos, o reclamar alguna deuda. Pero, también tenían que cumplir con el encargo del Marqués al capitán Salazar, y recorrían los diversos pueblos, granjas y caseríos de la zona, para conocer al personal masculino, y así, seleccionar a las víctimas.
    
    Al llegar a la habitación del Marqués, el capitán golpeó dos veces con los nudillos, y empujó la puerta…
    
    - ¡Con su permiso, excelencia!
    
    El Marqués, que se había quedado en mangas de camisa, se incorporó para recibirlos.
    
    Yago entró, tímidamente, detrás del capitán; que lo llevo hasta el centro de la habitación, y lo dejó allí, expuesto, para que pudiera ser admirado ...
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