1. Mi mujer y el negro: la pareja perfecta.


    Fecha: 27/11/2019, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... terminó agarró con suavidad la cabeza del hombre y lo hizo subir hacia ella.
    
    - Termina –le dijo con voz ronca- terminam cariño, ya no puedo más.. Llevamos hora y media.
    
    No se hizo rogar el camarero. Volvió a penetrarla en la postura del misionero, moviéndose ahora enérgicamente, con decisión. Le agarró a ella las manos y las puso sobre su cabeza, como si quisiera evitar que se escapara. Bombeó con fuerza, concentrado. Pude notar bien las contracciones de su escroto, como comenzaban los gruesos testículos a expulsar su contenido. La inseminó a placer, en plena libertad. Quedó después agotado, encima de ella, medio desmayado. Fue sacando el miembro, que estaba lleno de esa especie de espuma que se forma al mezclar los flujos femeninos con el esperma. Al retirarse, quedó la vagina de mi mujer muy abierta, se podía ver el oscuro interior, el grueso miembro la había dilatado totalmente y el músculo tardaba en volver a su situación natural. Por el orificio goteaba sobre la sábana un espeso chorro de semen. Era una corrida más propia de un caballo que de un hombre. Manuel debía de llevar muchos días sin eyacular, preparado para el acto.
    
    Se tumbaron uno al lado del otro, bien satisfechos. Era la hora de siesta, como he dicho, y nadie duda que después de comer bien y de follar aún mejor, el sueño reparador es lo que más se desea. Yo, esposo sumiso, cornudo consentido, atento y solícito con ellos, los arropé con la sábana y me fui con mi material al salón para ir organizando ...
    ... todas las fotografías y videos en el ordenador. Les oí incluso roncar. Cuando aparecieron habían pasado dos horas.
    
    Estuvimos cuatro días en la casa rural y cada día había dos encuentros sexuales, uno solía ser después de comer y el otro ya bien avanzada la noche. Aunque ya he dicho que ellos se comportaban con toda naturalidad en mi presencia, también quise dejarles a su aire alguna vez y mientras ellos follaban y dormían yo me daba un paseo hasta el pueblo y visitaba alguno de sus bonitos monumentos.
    
    Creo que no hará falta detallar aquí todos esos momentos íntimos. El lector tiene suficiente imaginación para poder recrear con su mente todas las posibilidades a que se prestaba aquella excursión. Por supuesto que follaron en el salón, en el sofá y sobre la moqueta. Y en la cocina, subida ella en la mesa. Incluso en la bañera. Y también en pleno campo, ya de noche, cuando volvíamos del pueblo andando un día después de cenar, ella apoyada en el tronco de un árbol. Yo siempre tenía la cámara conmigo y con la luz del flash quedaron unas fotos estupendas.
    
    Solo para terminar, detallaré, precisamente por esa belleza, el último encuentro, el de la tarde/noche antes de venirnos. La casa rural tenía una amplia terraza, con sus mesas, macetas, dando al poniente. Allí cenábamos casi todas las noches, al atardecer. Habíamos saboreado un excelente jamón de la zona, con un vinito también exquisito. Manuel y yo, sentados en la mesa, cómodos en las hamacas, nos tomábamos una copa. Ella ...
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