1. Amor paulatino: Me enamoré y le entregué mi culo virgen


    Fecha: 16/11/2019, Categorías: Transexuales Autor: aritacariñosa, Fuente: SexoSinTabues

    ... de mujer en mi alcoba. Me vestía y maquillaba, para luego terminar en una encantada y anhelada masturbación. Se activó en mí, una energía muy especial, muy femenina. Me sensualicé y afeminé aún más. Mis gestos y mi forma de hablar comenzaron a cambiar. En la escuela eso empezó a notarse. Una tarde de colegio, llevé puesta una pantaloncito negro de algodón, bien cómodo, blando y apretadísimo. Y una diminuta colaless por de bajo que no se notaba. Todos los estudiantes usábamos guardapolvos blancos. Yo tenía puesto uno muy cortito. Luciano estaba sentado en la hilera de al lado. En el recreo me agaché para retirar dinero de mi cartuchera que estaba en la parte de abajo del pupitre, cuando sentí rozar sus dedos entre mis nalgas por arriba del pantalón. Fueron dedos que no me surtieron en mi mente un efecto de placer inmediato. Me di vuelta y le pregunté: -"¡Chano! ¿Por qué me tocás?". "Me tenté, no lo tomés a mal. ¡Realmente tenés un culo muy rico!", me contestó con una sonrisa muy socarrona. Dejé pasar la situación como si nada, aunque no me gustó de inmediato. En la noche me acordé de sus dedos, sintiendo un gran regocijo por meterse entre mis glúteos. En esa misma semana, Chano volvió a tocar mi culo nuevamente cuando caminaba por su lado, pero con más profundidad. Sentí mucha vergüenza. Me fastidié muchísimo. Me paré frente a él, advirtiéndole que era la última vez que se lo dejaba pasar. Él cedió ante mi advertencia. Pero luego en mi casa, volví a disfrutar retrasadamente de ...
    ... su mano metida en mi culo. En muchos casos así juegan los adolescentes. El desarrollo hormonal nos llevaba a eso. Sin embargo, a mí no me gustó instantáneamente cuando Luciano me tocó, porque me dio vergüenza. Tal vez no estaba preparada para sentirlo rico. Quizás era, porque quería ocultar mi inclinación sexual. O en realidad necesitaba algo más. Algo muy importante para mí. De todos modos, sin darme cuenta, yo estaba muy afeminada. Ya rompí con toda mi timidez. Comencé a usar en el centro comercial, pantaloncitos cortos muy ajustados a mis caderas y mi culo. También blusitas muy apretadas a mi torso. Me peinaba llevando todo mi ondulado y largo pelo a mi costado izquierdo. Me gustaba colocarme pulseras y anillos. Mi tendencia era muy clara: verme como toda una mina adolescente. Me fascinaba estar así. Aunque todavía no me atrevía a usar faldas ni minis, pero vivía momentos de ensueño usando ese tipo de atuendos. Todos los sábados de primavera, temprano a la mañana, salía con vestimentas a mi natural gusto. Mi mamá y su nuevo novio se escapaban de casa juntos y me dejaban sola. Por eso aprovechaba la situación. Un sábado de octubre, me encontraba mirando una vidriera en una esquina. Desde atrás, un chico pronunció mi nombre: “¿Ariadna?”. En realidad no me nombró así, mencionó mi nombre de nacimiento. En el relato lo cambié por el que tengo ahora. Me di vuelta para ver quién me llamó, era Chano (Luciano), mi compañero de clases. De inmediato me dijo: “¡Guauu! Qué distinta(o) ...
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