1. Ya no soy una nina (i)


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... una mujer?
    
    Yo estaba aterrorizada... y excitada como nunca antes en mi vida.
    
    - Pero tú no eres una mujer aún.
    
    Me sentí humillada. Quería gritarle que sí que lo era, que ya no era la niña de papá, que era toda una mujer echa y derecha, que era... Quería gritarle el mismo discurso que les di a mis padres. Él se sentó en una de las muchas sillas del jardín mientras yo masticaba mi rabia...
    
    -¿No ibas a traerme algo de comer?
    
    -No pensabas lo mismo en calle – Terminé diciendo. - ¿Son estas las piernas de una chiquilla? - mencione al tiempo que me subía el camisón hasta el punto de casi mostrarle mis bragas. Estaba muy orgullosa de ellas. Desde hacía años muchos chicos no apartaban los ojos de ellas. Podía notar el maldito deseo en sus ojos. Estaba a un solo paso de... de... Abrí las manos y mi camisón bajó por su propio peso.
    
    -La comida. -ordenó él.
    
    Abochornada y más humillada que antes me metí en la cocina. Había hecho comida de sobra, así que solo tenía que calentarla. Y ponerme algo encima, o quería seguir en camisón, así que decidí subir a mi cuarto a ponerme algo decente. Nunca me tenía que haber puesto de esa guisa. Me quité el camisón y busqué una camiseta y un pantalón...
    
    -Estás preciosa.
    
    El corazón se me iba a salir del pecho. Él estaba en mi cuarto, en la puerta y yo en ropa interior. Era blanca y fea. Quería gritarle que se fuera, pero la voz no me salía del pecho. Me había agarrado fuertemente al mueble mientras él se acercaba a mi.
    
    -Ya ...
    ... te dije que no eres de las que gritan.
    
    Estaba de nuevo jugueteando con mi melena larga y rubia.
    
    -Por favor, no... -Supliqué – No lo he hecho nunca, con nadie.
    
    -Así que es cierto que eres una chiquilla - No le costó ningún esfuerzo quitarme el sujetador – Tampoco tienes pechos de niña.
    
    Comenzó a magrearmelos. No me gustaba como lo hacía, era excesivamente brusco, demasiado desagradable. Cuando me quejé, me partió la cara.
    
    No grité. Tenía razón sobre mi, no soy de las que gritan, soy de las que gimen.
    
    Me arrancó las bragas. No llevaba el coño como lo tengo hoy, depilado y anillado. Tampoco llevaba una mata de pelo salvaje. No le gustó, pude ver la decepción en su rostro.
    
    Me condujo desnuda hasta la cama de mis padres como quien conduce una vaca al matadero pues no pensaba follar en la cama y en la habitación de una niña.
    
    Se desnudo delante mía mientras yo apenas lograba pensar en algo.
    
    Encendió la tele y me vi en la pantalla desnuda. No logré reconocer a la chica de la pantalla. Parecía tan segura, tan dispuesta... Inició un recorrido por mi cuerpo. Cara pechos, vientre, coño... Cerré las piernas con determinación.
    
    Él enfocó a su polla. No estaba tan sucia ni asquerosa como yo me temía. Enfocó mis pies mientras él se acercaba. Estaban nerviosos, apenas podían parar de temblar, como si quisieran echar a correr y solo se tranquilizaron cuando otro par de pies aparecieron.
    
    Volvió a enfocar mi cara, con su mano puesta en mi mejilla. Aún recordaba el ...