1. La esclavita Luz y sus dos Amos


    Fecha: 10/08/2019, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... también algunos pañuelos de seda que yo uso para vendarle los ojos. -me dijo el dueño de casa.
    
    -¡Perfecto!... perfecto. -dije y fue precisamente en ese momento cuando la sumisa Sol volvió vestida tal cual le había ordenado y trayendo la bandeja con tres pocillos de café humeantes. Estaba arrebatadoramente hermosa con el corpiño de cuero negro, de media copa, la brevísima minifalda de cuero negro también, medias oscuras de red y zapatos negros de taco aguja. Yo sabía que debajo llevaba una tanguita negra y portaligas.
    
    Se acercó a la mesa despacio y con la cabeza gacha. Lucía realmente muy bella y sexy y nuestro homenaje a ella, a nuestra esclava, fue contemplarla admirados y en silencio.
    
    Cuando los tres tuvimos delante nuestra tacita de café, me incorporé y fui hacia ella. Enredé mis dedos en su pelo y le dije:
    
    -Somos tus Amos, sumisa Luz, y a partir de este momento vas a servirnos en todo lo que te ordenemos. Vas a hacer exactamente todo lo que te ordenemos que hagas. ¿Entendido?
    
    -Sí, Amo Eduardo... Estoy para servirlos en todo lo que deseen de mí... -contestó ella con un leve temblor en la voz que hizo aumentar mi excitación. Mis manos descendieron entonces lentamente desde su pelo y fui acariciándole sus orejitas, las mejillas -que noté ardiendo-, su delicado cuello. El Amo Pedro, que había terminado con su café, se acercó y quiso que la esclava, mientras yo seguía acariciándola, se ocupara de su miembro sin sacarlo del pantalón. Sol jadeaba con los ojos ...
    ... cerrados, sintiendo mis manos en su piel y entre sus deditos el miembro de su marido, ya visiblemente erecto bajo la tela.
    
    El Amo Pedro y yo teníamos a la sumisa Luz a nuestra entera disposición, lista para ser gozada.
    
    No acercamos hasta pegarnos a ella, por delante Pedro, que le vendó los ojos con el pañuelo, y yo por detrás, haciéndole sentir nuestros miembros en el vientre y en las nalgas.
    
    Después de unos segundos nos separamos y yo dije entonces:
    
    -Te queremos en cuatro patas, perrita...
    
    La sumisa adoptó la posición ordenada con movimientos algo vacilantes, por tener sus ojos vendados.
    
    Allí estaba y yo a sus espaldas, contemplando esa colita que parecía ofrecerse a mí.
    
    El Amo Pedro extrajo del pantalón su miembro ya erecto y se le fue acercando lentamente, la tomó del pelo obligándola a levantar la cabeza y le dijo:
    
    -Abrí la boca.
    
    La sumisa Luz obedeció y Pedro le introdujo su miembro que ella, sin esperar orden alguna, comenzó a succionar ávidamente.
    
    Tomé una silla, la puse a espaldas de nuestra perrita, me senté y me dispuse a posesionarme de su cola.
    
    Entreabrí sus nalgas provocándole un estremecimiento y luego apoyé la punta de dos de mis dedos en esa estrecha entradita que muy pronto sería atravesada. Introduje ambos dedos despacio, excitándome con sus contorsiones mientras seguía con el miembro del Amo Pedro dentro de su boca.
    
    Mis dedos avanzaban y retrocedían dentro de esa colita mientras la sumisa Luz movía sus caderas al ritmo de la ...
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