1. Luchar sin armas


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Incesto Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos

    ... centímetros de donde yo estaba. Te cuento, ella es alta, bah, cualquier persona para mi es alta, por lo que sus pechos quedaron casi a la altura de mis ojos, estaba hipnotizada, sin saber qué hacer, se me hicieron tan hermosos…
    
    Me retiré por instinto, un tanto asustada, por miedo a lo desconocido, mi concha estaba afiebrada y húmeda, Samanta solo tenía una pequeña tanga, la cual sacó ante mi perpleja mirada desnudándose por completo, solo se sentó a un costado sin perder un directo contacto visual conmigo, abrió sus piernas u empezó a masturbarse.
    
    Con unas mano acariciaba dulcemente sus pechos, con la otra en pequeños y constantes círculos su conchita, lentamente, cada tanto introducía un par de dedos en su hueco, noté que todo lo hacía para provocarme…
    
    Y entonces? – interrumpí ansioso ya sin poder evitarlo
    
    Entonces me dijo que me acercara, que no tuviera miedo y que ella tenía un sexto sentido, que ella conocía a las mujeres de su clase solo con observarlas. Me pareció raro, pero como si alguien me empujara fui a su encentro, paso a paso, entre sus piernas abiertas, me arrodillé rendida, entregada, Samanta me abrazó y me dio un dulce beso en la boca, luego metió su lengua buscando la mía, me di cuenta que estaba perdida, que no habría vuelta atrás, nos besamos con locura, acariciando nuestros cabellos, llevé mis manos a sus pechos y los acaricié, eran tan suaves, tan tiernos, en silencio bajé y empecé a lamerlos, la piel rugosa de sus pezones, mientras ella ...
    ... se dedicaba a desnudar al mismo tiempo mi torso.
    
    Y te gustaba?
    
    Me encantaba, me parecía súper normal, como comer, como dormir, me incorporé un poco y empezamos a jugar tetas contra tetas, pezones contra pezones, dulce, simple, perfecto. Ambas gemíamos con ternura, volvíamos a besarnos, estaba tan caliente, tan mojada, fue entonces cuando me tomó de los hombros y con delicadeza me hizo descender lentamente mientras se abría toda de piernas, pasé por su vientre y quedamos frente a frente, mi rostro con su concha regordeta, cerré los ojos y empecé a lamerla, sus labios, su clítoris, su ano, metí la lengua pare beber sus jugos, mis dedos como si fuera un pene, estaba tan caliente y la veía tan caliente que no pude evitar llevar mi mano libre a mi concha, a masturbarme sobra la ropa mientras se la chupaba.
    
    Era todo tan loco, no podía creer lo que escuchaba…
    
    Samanta retomó el control del juego, me separó de su lado e hizo que terminara de desnudarme, luego me hizo sentar en su lugar y abrió mis piernas por completo, cruzó una de las suyas. Entonces apoyó su argolla caliente contra la mía y empezó a moverse en un dulce rozamiento, tan perfecto que no podría describirlo, estaba tan caliente por todo lo vivido que fueron instantes lo que tarde en acabarme como nunca me había acabado en mi vida, es más, Samanta aún no había llegado y se vio sorprendida por mi rapidez, pero no dijo nada, cero reproches, solo volvió a sentarse, me pidió que le lamiera los pechos nuevamente ...