1. Luchar sin armas


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Incesto Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos

    ... y entre ambas elegimos cinco o seis vestidos, se fue con todo al probador y me desentendí de ella porque había más gente a la que estaba atendiendo en el local. Samanta se probó un vestido y salió del probador para que la mirara y le diera mi opinión, pero como yo estaba ocupada no logró toda mi atención, repitió lo mismo con el segundo, y con el tercero.
    
    Miré el reloj, habían pasado diez minutos la hora de cierre y dado que solo quedaba ella bajé las persianas para ir cerrando el día. Samanta, al escuchar el ruido se asomó pidiéndome disculpas, puesto que ya era tarde y por su culpa yo me estaba retrasando. Le dejé bien en claro que eligiera tranquila, que no había apuros, era una de mis mejores clientas…
    
    Rocío narraba un tanto excitada y mientras escuchaba sus palabras a mi mente vinieron fantasías recurrentes típicas en los hombres, mi esposa, Samanta y yo, los tres en la cama, ella pareció adivinar mis pensamientos y preguntó directamente
    
    Qué estás pensando?
    
    Nada, nada – solo respondí sintiéndome sorprendido en mi intimidad, como si estuviera leyendo mi mente.
    
    Sigo entonces… Samanta no perecía decidirse por lo que busqué algunos modelos más para ofrecerle, algún ruido interno, presentimiento femenino quizás me decía que había algo más en todo este embrollo, como decir, sentí mariposas en la panza.
    
    Encontré entre varios un pequeño vestido negro de amplio escote y bien cortito, de licra ajustado, con un cierre a un costado, más propio de una jovencita ...
    ... adolescente que de una mujer que había pasado los treinta años, como fuera, se lo alcancé como opción.
    
    En ese punto ya empezaba a imaginar cómo seguiría su relato, y sentía una irrefrenable excitación por lo que vendría.
    
    Cuando Samanta salió del probador como hacía con cada vestido que le ofrecía realmente me quedé como una tonta observándola, sus enormes pechos parecían saltar por el escote, y la lycra se pegaba a la perfección de su silueta, era demasiado corto, destacando un generoso trasero y sus largas y torneadas piernas, ella buscaba tirarlo hacia abajo porque se le subía donde empiezan los glúteos, pero al hacerlo corría riesgos de desnudar sus pechos, era la historia de la frazada corta, o tapaba un lado o tapaba otro, ella meneó la cabeza asumiendo que no era para ella, tal vez no se daba cuenta que en ese momento yo sentía una peligrosa picazón en mi cuerpo producto de la situación.
    
    Entonces trató de bajar el cierre bajo uno de sus brazos para sacarse el vestido y dado que pareció haberse trabado me pidió ayuda por miedo a romperlo
    
    Quería hablar, pero solo traté de no interrumpirla e imaginaba la situación cuadro por cuadro según mi esposa iba narrando.
    
    Cuando me acerque a su lado sabía que me acercaba a un precipicio, Samanta tenía un dulce perfume que me deleitaba, una exquisita fragancia, propia de su elegancia, bajé el cierre con el corazón palpitando con fuerza, tenía las manos transpiradas, ella giró y con soltura solo se sacó la prenda a ...