1. Un chico lindo, demasiado lindo


    Fecha: 22/06/2017, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... apropiado, ancho y grueso. –dijo Pola.
    
    -Yo también tengo uno muy bueno. –agregó Ermelinda.
    
    -Bueno, mañana traigan esos cintos y le damos una buena zurra. –propuso Rosa.
    
    -Che, yo muero por verlo chupándole la pija al viejo. –se entusiasmó Pola.
    
    -Síiiii, con esa boquita tan linda que tiene… esos labios carnositos… ¡Mmmmhhhh! –se excitó Ermelinda.
    
    -Bueno, che, basta, mañana la seguimos. –cortó la señorita Rosa.
    
    Dos horas después le llevó al chico un sándwich de jamón y queso y un vaso de agua. Lo encontró sentado en el suelo, con la espalda apoyada en el inodoro y una expresión de angustia en la bella carita.
    
    -Tomá, comé. –le dijo mientras dejaba el vaso en el piso.
    
    -No tengo hambre. –murmuró el chico sin mirarla. La vieja sintió entonces, muy claramente, el deseo de dominarlo, de lograr que el mocoso hiciera lo que ella quisiese. Entonces dejó el sándwich sobre la tapa del inodoro, se inclinó un poco hacia delante, tomó al pobrecito por el pelo y tras enderezarle la cabeza le cruzó el rostro de una bofetada.
    
    -¡Acá mando yo, mocoso! ¡¿Vas a comer o querés que te siga dando?! –dijo sin soltarle el pelo.
    
    -Por favor, señorita… por… –rogó el chico con los ojos llenos de lágrimas, pero la vieja interrumpió la súplica con otra cachetada, y le siguió dando mientras el pobrecito profería gritos de dolor y ruegos inútiles al tiempo que ambas mejillas se le iban poniendo cada vez más encarnadas.
    
    -Voy a comer, señorita Rosa, voy a comer, no me pegue más… ...
    ... por favor… dijo por fin el chico deshecho en llanto.
    
    -Muy bien, precioso, muy bien, así me gusta, que me obedezcas, que te portes bien. Ahora calmate, dejá de llorar y comé.
    
    Pasaron algunos segundos durante los cuales la solterona disfrutó en silencio de ese goce sádico que había sentido golpeando al chico e imponiéndole su voluntad. Ella, las otras dos viejas y Benito habían pasado meses fantaseando con esa situación, confabulándose y planeando apoderarse del chico apenas tuvieran la oportunidad y ahora que tenían a la codiciada presa en su poder y podía darse el gusto de ejercer toda su perversión, comprobó que el placer era aún mayor que el imaginado. El chico pudo por fin, con un gran esfuerzo para tragar cada bocado hasta dar cuenta del sándwich.
    
    -Tomá el agua, toda. –le ordenó la vieja. El chico obedeció y después dijo:
    
    -Señorita, por favor se lo pido, ¿puedo traer el colchón de mi cama acá?… No voy a poder dormirme en el piso… Por favor…
    
    La solterona pensó el asunto. Negarle lo que pedía era una forma de mostrarle su poder sobre él, pero también lo era permitiéndole que trajera el colchón al baño, porque de ella, exclusivamente de ella dependía que el chico pudiera dormir o no.
    
    -Está bien. –dijo. –Vamos a buscar ese colchón y lo traés para acá. Tenés que dormir bien para que puedas hacer tu trabajo de sirvientita. –y emitió una risotada malévola y burlona.
    
    Salieron y la vieja hizo ir adelante al chico, para poder deleitarse morbosamente mirándole el ...
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