1. Alex, 18 años, casi Alexia de tan lindo (3)


    Fecha: 23/05/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... y cabello lacio teñido de color caoba. Otro (el ingeniero) era extremadamente flaco, con sus huesos marcados notoriamente bajo la escasa carne, calvo, de cara angulosa y ojos saltones. El tercero (el doctor) era de estatura media, de cabello escaso, gran papada y voluminoso abdomen.
    
    Los tres formaron un círculo en el amplio espacio que había entre la cama y la pared de la izquierda y el doctor pidió: -Tráigalo, señora.
    
    -En cuatro patas, cachorro. –ordenó Ligia -que empuñaba la cadena del collar- y así llevó al chico hasta el centro del círculo mientras los Amos habían empezado a sobarse las vergas con los ojos clavados en Alex. Lo envolvían en miradas hambrientas y fue el doctor quien le pidió a Ligia que lo pusiera de pie: -Queremos apreciarlo bien, señora. Verlo enterito, por todos lados. –explicó el vejete.
    
    -Parate, mocoso. –le ordenó Ligia. El jovencito recordó las instrucciones y antes de obedecer murmuró -Sí, señora… -mientras sus sensaciones se iban haciendo cada vez más intensas.
    
    -Poné las manos en la nuca. –le ordenó el ingeniero y el chico lo hizo después de musitar: -Sí, señor…
    
    De pie, con las manos en la nuca, la cabeza gacha y las piernas juntas, lucía para los cuatro pervertidos toda su singular belleza, con la cadena del collar cayéndole por delante hasta las rodillas.
    
    Ya las pijas de los tres Amos estaban duras y erectas, listas para la acción y Ligia sintió que se estaba mojando.
    
    -Girá sobre tus pies… despacio… -ordenó el doctor.
    
    -Sí, ...
    ... señor… -dijo el jovencito y comenzó a hacer lo ordenado en tanto sentía cada vez más ansiedad, más excitación, más miedo.
    
    Había cuatro pares de ojos envolviéndolo en miradas lascivas, calenturientas, recorriendo el contorno de su figura, el triángulo de su espalda, la curva leve de las caderas acentuada por lo estrecho de la cintura, el delicioso torneado de los muslos, las nalgas empinadas, redonditas y firmes, todo transparentado por la seda de la túnica.
    
    -Sacate las ojotas. –le ordenó el escribano.
    
    -Sí, señor… dijo Alex y se sentó en la alfombra para descalzarse y cuando se hubo quitado las ojotas volvió a ponerse de pie. Súbitamente sintió en su mejilla izquierda el impacto de la fuerte bofetada que le aplicó Ligia y de inmediato la pregunta de la mujerona, en tono duro:
    
    -¡¿Alguien te autorizó a pararte, mocoso?!
    
    -Pe… perdón, señora… perdón… -se disculpó el jovencito sin atreverse a frotar con su mano la mejilla castigada para aliviar el dolor.
    
    Ligia lo aferró por el pelo y con su rostro casi pegado al del chico le dijo:
    
    -Grabate en tu cabeza esto que voy a decirte. Acá no podés hacer nada por tu cuenta. Acá hacés únicamente lo que se te ordena o lo que se te autoriza. ¿Fui clara?
    
    -Sí… Sí, señora Ligia, pe… perdón…
    
    -Muy bien, señora. –aprobó el escribano. –Cada chico que tengamos acá debe ser un perrito faldero.
    
    -Por supuesto que sí, escribano, y en cuanto a éste, si vuelve a actuar por su cuenta lo meto de nuevo en el sótano y le hago probar ...
«1234...7»