1. Alex, 18 años, casi Alexia de tan lindo (3)


    Fecha: 23/05/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuero negro con tachas de metal plateado y cadena. Alex no dejaba de temblar de nervios, miedo y una creciente excitación. De regreso en el cuarto Ligia extrajo del placard la túnica que el chico vestiría esa noche y las ojotas: -Ponétela. -le ordenó extendiéndole la túnica y las ojotas. El chico obedeció y Ligia dijo, admirada:
    
    -Mmmmmhhhhhh, se te ve precioso, Alex… ¡Precioso!... Mirate al espejo.
    
    El jovencito se paró ante el espejo y sintió que sus mejillas se encendían. ¿Vergüenza? ¿Temor? Advirtió que la túnica le daba cierto aire femenino que lo perturbó. Llevado por un impulso se colocó de espaldas, giró la cabeza por sobre el hombro derecho y vio que la cola abultaba y se transparentaba, sugerente, bajo la seda. Se mordió el labio inferior y volvió a quedar de cara a la mujerona, que lo observaba con evidente regocijo.
    
    -¿Sabés una cosa? Sos el chico más lindo de todos los que trajimos… Y mirá que fueron muchos… Alex, casi Alexia de tan lindo… -Completó Ligia y el jovencito se estremeció de pies a cabeza agitado por fuertes y oscuras emociones.
    
    Poco después, llevado del brazo por Ligia, ingresaba tembloroso a una habitación espaciosa donde había, contra la pared de la derecha, una cama de grandes dimensiones y un armario empotrado en la pared de la izquierda; al fondo una barra y sobre ella un estante con bebidas. El piso estaba totalmente cubierto por una mullida alfombra roja. Los tres viejos, desnudos, bebían whisky escocés entre risotadas e hicieron ...
    ... silencio de inmediato al ver al jovencito, que con la cabeza gacha había mirado a hurtadillas y estremecido a los tres sátiros.
    
    -Señores, aquí está, ya listo para prestar el juramento.
    
    -De rodillas, Alex. –le ordenó Ligia y el chico se arrodilló:
    
    Yo… Alex Wilkinson, dieciocho años… -comenzó a recitar con voz temblorosa. -juro obediencia ciega, sumi… sumisión absoluta y… y doci… docilidad total a los Amos, y… y les entrego mi cuerpo y mi… y mi mente para… para que los Amos hagan conmigo lo que deseen.
    
    Al terminar el juramento los tres viejos rompieron en aplausos y carcajadas mientras el chico era presa de fuertes y opuestas sensaciones: angustia por saber que permanecería largo tiempo allí, lejos de su familia, de la escuela, de sus amigos, de lo que había sido su vida normal; excitación indisimulable y también miedo ante la certeza de que estaba por iniciar un camino que no tendría retorno. Erizado de los pies a la cabeza sentía las mejillas ardiendo y hacía esfuerzos para no mirar a esos sátiros y mucho menos a sus penes, que empezaban a dar muestras de cierta inquietud. Su fantasía, para bien o para mal, había comenzado a hacerse realidad.
    
    Como ocurría siempre en el estreno de un nuevo cachorro, los Amos invitaron a Ligia a quedarse y participar de la sesión mientras el jovencito cedía a la tentación de observar disimuladamente a los tres viejos. Uno (el escribano) era robusto sin ser gordo, con una abundante pelambre grisácea en el pecho, de cara larga y ancha ...
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