1. Hay dioses terrenales.


    Fecha: 29/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: sagesse, Fuente: RelatosEróticos

    ... media pierna puestas. Se dio la vuelta mientras seguía bailando y me enseñaba su hermoso, gran y perfecto culo. Se puso a tocarlo y como sabiendo lo que yo quería, lo acercó, y lo toqué, y lo besé, y lo apreté fuertemente. La cogí de la cintura, le di la vuelta, empecé a excitarme demasiado, la tire a la cama, empecé a besarle todo el cuerpo. La boca, el cuello, los pechos, el ombligo, su sexo, sus piernas; le quité las medias y besé sus pies.
    
    Yo me senté al borde de la cama y ella se subió encima de mí. Comencé a penetrarla aunque ella llevaba el ritmo, y yo mientras besaba sus pechos. Pronto perdí la paciencia y quise manejar yo la situación, así que la tumbé de lado y la penetré rápidamente. Ella gemía de placer, yo gemía de placer. Ambos estábamos sudando pero a mí no me importaba. Su sudor olía bien y el placer que estaba teniendo lo hacía merecer la pena.
    
    La puse boca abajo y quiso levantarse, pero yo no la dejé. No quería que se pusiera a cuatro patas, quería penetrarla mientras estaba tumbada, y por el culo. Le puse todo el peso encima y ella no podía moverse. Yo empecé a penetrarla por el culo, por los dos lados al final. La saqué al poco porque estaba a punto de correrme, y no quería que este momento terminara tan pronto. Quería ...
    ... que durara más, así que me levanté y me acerqué a la ventana. Ella se levantó e hizo lo mismo. Su ventana era más alta que nosotros y era enorme. Cualquiera podía vernos desde fuera porque vivía en un bajo. Yo quité las cortinas a propósito para que, si alguien pasara, pudiera vernos. La puse contra la ventana, la levanté y empecé a penetrarla; pero me cansé enseguida. Soy hombre de pocas fuerzas a mi edad, así que le di la vuelta, se puso en pompa y así estuvimos un rato, hasta que ya no pude más, dejé de penetrarla, me acerqué a su boca y ella empezó a chupármela. Poco tuvo que hacerlo porque en seguida me corrí: en su boca y en sus pechos. Cuando terminé y me fijé, había una pareja mirando y sonrieron.
    
    Me despedí de ella y volví a casa, a mi vida, a mi esposa, a mi rutina, a mi trabajo de siempre, a mi monotonía; pero volví muy contento. Por fin algo nuevo, algo diferente, por fin un poco de libertad. Me di cuenta entonces de que quizás no volvería a verla, pero de que a partir de ahora, mis días deberían ser así, de sexo esporádico ya que mi mujer no me iba a corresponder y dejarla sería perder demasiadas cosas. Me sentí joven y dispuesto a seguir teniendo aventuras y en busca de otras diosas terrenales aptas para un dios terrenal como yo. 
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