1. Cuando nos garchamos al amigo de mi hermano


    Fecha: 26/04/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Estábamos en lo que sin duda era una de las noches más calurosas del 2015, un amigo y yo, en el patio trasero de mi casa, en mi ciudad natal. Era la segunda vez que yo volvía de una lejana ciudad del norte donde estaba (y estoy actualmente) estudiando, disfrutando de unas ansiadas vacaciones y alejándome de la ajetreada ciudad por un tiempo. En fin, que nos encontrbamos en el patio, matando el tiempo y los mosquitos con un amigo, sentados cerca de un fogón, en unas banquetas de madera. En esa época tenia una adiccion con una banda llamada Harold Melvin & The Blue Notes, y eso escuchabamos mi amigo y yo mientras tomábamos Fernet con Coca. El amigo que estaba conmigo se llama Ema, y para quienes les interesan los datos personales, Ema en ese momento tenía 20, yo tenía 22, y ambos somos parecidos físicamente, yo soy alto y delgado, mi físico no es muy marcado pero me defiendo, tengo ojos grises, piel muy rosada y pelo castaño oscuro. Ema es más bajo que yo, tiene ojos azules y su tono de piel es más bien de un ligero bronceado, en ese momento tenía barba y su pelo rubio oscuro estaba rapado y acariciar su cabeza era un verdadero placer. Pues bien, Ema y yo somos amigos desde muy temprana edad, y desde que tengo memoria somos bastante juguetones, pero es algo que ambos tenemos bien asumido. Ema tiene una leve pancita que siempre me puso a mil, es completamente lampiño, excepto por sus gemelos donde tiene unos pocos vellos y esa línea de pelitos que queda por debajo del ombligo ...
    ... que también me encantan, y sin mencionar la tremenda verga que calza, nunca la medimos pero aproximadamente serán unos 23×4 cm siendo pesimistas, solo porque es un poco más grande que la mía y yo se que mi pija mide 20cm. De cualquier manera les puedo pasar unas fotos por mail como para que no hagan trabajar tanto la imaginación. Al final del relato dejo mi mail. Como les decía, conozco a Ema desde que era un pequeño niño pervertido, y desde que recuerdo nos tocamos mutuamente. Comenzó como un juego, y así debería ser siempre, escondidos en una casita fabricada por nosotros en su patio, ocultos detrás de una pila de ladrillos, o armando campamentos con sábanas, colchones y sillas en mi living; allí nos resguardábamos y nos ocultábamos de todos, y entonces comenzaba lo bueno. Con cierto nerviosismo se oía esa tan ansiada pregunta: ¿Si yo te la muestro vos me la mostrás? Escuchar su respuesta hacía que de pronto mi corazón comenzara a bombear torrentes de sangre hacia todos los puntos de mi cuerpo, y eso me daba calor, y sentía también cómo mi pecho latía, mientras lo veía a él, con su torso desnudo y unas finas gotitas de sudor recorriéndolo, y con toda nuestra inocencia y excitación mezcladas. Nos pasamos sin duda alguna, toda nuestra vida teniendo sexo sin compromiso, haciéndonos uno al otro lo que más nos gustaba porque ya nos conocíamos prácticamente a fondo. Sin embargo, Ema y yo nunca fuimos buenos amigos, no teníamos charlas sentimentales ni salíamos de joda juntos, ni ...
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