1. Historia de un descubrimiento


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: Dominación / BDSM Sexo con Maduras Lesbianas Autor: carmen_garc, Fuente: xHamster

    ... la editorial? - me preguntaste con una mueca de desprecio.Sí, soy Carmen y seré su guía por nuestra ciudad durante estos días.Valiente guía – fue tu agrio comentario.No, no eras lo que esperaba. Tus aires de superioridad, tu actitud de desprecio hacia mí. Me parecía volver a mi vida anterior, esa vida a la que creía haber dejado muy atrás.En el trayecto hasta el hotel no perdiste ni una sola ocasión de criticarme, no te gustaba mi forma de conducir, no te gustaba mi coche. Llegaste a preguntarme si era tonta cuando tardé en responder a una de tus preguntas. Tenía ganas de llorar. Llegamos al hotel y subimos a la Suite que teníamos reservada para ti. Allí todo continuó igual. No te gustaba el hotel (el mejor de la ciudad), no te gustaban las vistas, el colchón era duro o era blando, que más da. Todo estaba mal y era a mí a quien culpabas de todo. Seguiste menospreciándome, llamándome tonta, incompetente, imbécil. Hasta que mi presencia interrumpió accidentalmente tu paso hacia el balcón. Me empujaste para apartarme mientras me mirabas con todo el desprecio con el que un ser humano puede ser capaz de mirar a otro.En mi cabeza algo hizo crack, algo se rompió. Sentí una descarga de electricidad que recorrió todo mi cuerpo. Las humillaciones sufridas durante toda mi vida habían ido acumulándose en algún tipo de pantano en mi cerebro. Y como ocurre con los pantanos que diseña el hombre, no son para siempre y cuando la presión que deben de soportar excede sus límites, revientan ...
    ... liberando su contenido con toda la violencia posible. Eso es lo que sucedió, el pantano de mi cerebro no soportó mas la presión y se hizo añicos liberando toda la violencia acumulada.¿Pero quien te has creído que eres estúpida zorra? – te grité mientras me abalanzaba sobre ti y empezaba a abofetearte.No veía nada, una especie de niebla roja se había colocado sobre mis ojos y tu no eras mas que una mancha detrás de ella. Una mancha a la que yo golpeaba con toda la furia de la que era capaz mientras insultaba. Empezaste a retroceder asustada, sorprendida, mientras yo seguía golpeándote. Diste un tropezón y caíste a mis pies. En ese momento dejé de pegarte y te miré mientras la vista comenzaba a aclararse. En la primera fracción de segundo que pude pensar con claridad me di cuenta de que iba a tener problemas y el miedo empezó a invadirme. Tu estabas en el suelo, encogida y me mirabas. Sin embargo no me mirabas con odio ni con ira. Tenías una mirada como la que tienen los perros cuando su amo los golpea sin motivo, esa mirada que aunque sabe que el castigo que recibe es injusto, es su amo quien se lo da y ha de soportarlo sin protesta ni rebeldía. Así era como tu me mirabas.Estaba confundida, completamente confundida. Necesitaba tiempo para pensar. No lo pensé más. Tomé el cinturón del albornoz que había sobre la cama. Hice un lazo, pasé tus manos por él y apreté. Te sujeté del pelo y te obligué a echarte sobre la cama mientras fijaba el otro extremo de la improvisada atadura al ...
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