1. Historia de un descubrimiento


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: Dominación / BDSM Sexo con Maduras Lesbianas Autor: carmen_garc, Fuente: xHamster

    ... aplique que había sobre el cabecero de la cama. Te miré. Estabas preciosa. Me resultó extraño, había algo excitante en aquello. Tu no habías dicho nada. Te limitabas a mirarme y tus ojos me decían que aceptabas la situación. Necesitaba pensar. Abrí tu maleta buscando algo con lo que amordazarte. No sé el porqué, pero tomé una de tus braguitas y te la metí en la boca mientras utilizaba una de tus pashminas para taparte la boca. Una vez que me aseguré que no podrías escapar ni gritar, me senté. Necesitaba pensar. Todo había pasado muy deprisa, demasiado. Te merecías lo que te había pasado, pero ahora debía de pensar en mí, en todo lo que implicaba aquella agresión. Debería de estar asustada. Sin embargo no lo estaba. Al contrario, te miraba y había algo morboso en la situación que me atraía. Me dediqué a observarte. Mi primera impresión parecía correcta. Había algo en tu mirada que me decía que aceptabas aquello, que no me reprochabas nada, incluso algo me decía que te gustaba lo que te estaba pasando. Me levanté, tomé otra de tus pashminas (tenías cinco en tu maleta mientras mi sueldo nunca me había permitido el lujo de una) y me acerqué a ti. En ese momento vi miedo en tus ojos. Me gustó. Vendé tus ojos y volví a mi asiento a observarte. Tras el momento de incertidumbre que pasaste, tu respiración se hizo de nuevo más lenta y profunda. Te estabas relajando. Perdí la noción del tiempo mirándote. Tu pecho subiendo y bajando acompasadamente ejerció sobre mi un poder ...
    ... hipnótico. Me tranquilicé. En ese momento no me importaba lo que pudiera pasar. Debieron de pasar un par de horas, dos horas en las que el único sonido de la habitación era tu respiración. No podía negarlo, todo aquello me gustaba. Tras analizar la situación comencé a analizarte a ti, a tu cuerpo. Yo era heterosexual pero había algo en ti que me atraía poderosamente, no sabía el que. No lo podía negar, tenías un cuerpo fantástico para edad que ponía tu pasaporte, curvas marcadas pero no exageradas, piernas bien torneadas, un pecho perfectamente proporcionado y una piel, ¡ah!, la piel, ligeramente bronceada, muy atrayente. Me senté sobre la cama, a tu lado, y mi mano se posó sobre tu cuello. La piel era suave, muy suave. Mis dedos empezaron a recorrerla sin prisa, queriendo aprender cada pliegue, cada poro. Tu respiración se hizo más agitada. Acerqué mi cara a la curva de tu cuello y me empapé de tu olor, de un olor que no conocía, de un olor que me embriagaba. Mis labios se posaron en él. En ese momento un suspiro apagado por la mordaza surgió de tu pecho. Tu cuerpo me atraía, despertaba en mí un deseo desconocido. Desabroché tu vestido y lo abrí. Ante mi se mostró tu cuerpo por primera vez, sólo tapado por un pequeño sujetador sin tirantes y unas braguitas a juego que estilizaban tus piernas. Estabas preciosa. Hubo algo que me llamó la atención y fue una mancha de humedad en tus bragas. Todo aquello había hecho que te mojaras.¡Maldita puta! Toda tu soberbia y prepotencia se te está ...
«1...345...11»