1. Historia de un descubrimiento


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: Dominación / BDSM Sexo con Maduras Lesbianas Autor: carmen_garc, Fuente: xHamster

    Hay una diosa a la que todos, ateos o creyentes, en algún momento de nuestra vida, hemos implorado ser beneficiarios de sus dones, la diosa Fortuna. Una diosa que parece empeñada, una y otra vez, en demostrarnos su inexistencia. Sin embargo, cuando te miro tendida a mis pies, acurrucándote entre mis piernas como una cachorrita mimosa en busca de refugio, sé, sin lugar a la duda, que la diosa Fortuna existe y yo he sido tocada por su dedo caprichoso. Me ha llevado cuarenta y ocho años saberlo, pero ahora lo sé. Cada vez que acaricio tu piel lo sé, cada vez que bebo de tus labios lo sé, cada vez que te entregas a mí sin condiciones, dispuesta a sufrir el castigo por mí, lo sé. Pero el camino hasta este descubrimiento ha sido largo, laberíntico y, en muchas ocasiones, duro y penoso.En mi familia, el machismo no era un defecto, era la forma lógica de pensamiento y esto, cuando una es la hermana menor de seis varones, hacía difícil, bueno, difícil no, imposible, la más mínima posibilidad de lograr un desarrollo personal adecuado. Siempre fui la sirvienta de mis hermanos. Éstos siempre vieron en mi a una pobrecita infeliz sin criterio a la que tenían que cuidar. Cuando tras mucha lucha logré que me dejaran irme a la Universidad vi las puertas del mundo abiertas para mí. Conocí un mundo diferente. Allí no era la pobre muchacha, era alguien cuya opinión tenía el mismo peso que la de los demás. Fueron cinco años duros (mi continuidad dependía de mis notas y de las becas que de ...
    ... ellas pudieran derivarse) pero felices. Mi esfuerzo era valorado como el de los demás y mis notas (obtuve uno de los mejores expedientes académicos de aquella universidad) me hacían reconocerme en una mujer inteligente. Cuando terminé mis estudios en la Universidad creí que el mundo entero se rendiría a mis pies. Que equivocada estaba. Ser mujer me cerró muchísimas puertas. Vi en muchas ocasiones como personas (hombres siempre) menos capacitados que yo, obtenían los puestos de trabajo a los que yo aspiraba. Tras mucha lucha conseguí un empleo, mediocre pero suficiente. Allí conocí a quien luego se convirtió en mi marido. Aún hoy en día ignoro porque me casé. Era una persona mediocre, burda, sin inquietudes, alguien muy parecido a todos aquellos que había dejado atrás cuando me fui a estudiar. Finalmente, el año en que yo cumplía los cuarenta y cinco, una placa de hielo en la carretera me dejó viuda y libre para intentar rehacer mi vida. Decidí empezar de nuevo, cambié mi domicilio y mi coche. Quise apartar de mi lado todo lo que me recordaba el pasado. También cambié de empleo. Abandoné la aburrida constructora y me zambullí de cabeza en el mundo editorial. Los libros siempre habían sido para mi una especie de refugio y ahora podía vivir mi pasión desde dentro.Allí fue donde te encontré. Bueno, no exactamente a ti si no a tu obra. En la estantería derecha del despacho que ocupaba, la estantería de las escritoras, estaba tu primer poemario, ajado, amarillo, con algunas hojas ya ...
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