1. Engañé a mi mujer haciendo compras


    Fecha: 20/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: NY City, Fuente: CuentoRelatos

    ... gorda?
    
    —Para nada.
    
    —No pone el precio: voy a preguntar a ver...
    
    Me quedo allí y sin poderlo evitar la vuelvo a mirar. Paula. Ella me mira de forma extraña y se va por el pasillo. Hacia lencería. Tengo la boca seca, de pensarlo. Y, de repente, como si me atrajera con un imán, la sigo hacia allí.
    
    Soy polilla atraída por la luz de la bombilla, dispuesto a dejarse la cabeza contra el cristal, o tal vez mosca a punto de achicharrarse contra la resistencia azul... Pero no soy capaz de evitarlo.
    
    —Ahhh... Paula, perdona… ¿me puedes ayudar?... es que se me ha ocurrido que podía comprarle algo a mi mujer en plan sorpresa mientras ella está mirando chaquetas, alguna cosa, pero la verdad no sé qué… —Soy un cobarde, me la comía, no me atrevo. —Es que es muy difícil pillar a una dependienta y como ya nos conocemos... Y siempre es bueno la opinión de una mujer para esto... —¿estoy balbuceando? creo que sí.
    
    —¿Qué buscas?
    
    "A ti", deseo responder. ¿Pero qué me está preguntando? ¿Me pregunta eso, si quiero algo con ella? ¿Será eso? ¡No puede ser! ¿O sí? "No pienses, sigue hablando", me dice una voz interior:
    
    —Yo qué sé... algo con una cierta gracia...
    
    —¿Cómo esto? —Se ha inclinado hacia adelante y ha puesto el culo en pompa. Mi polla es un puente levadizo que quiere tenderse entre nosotros. No lo puedo evitar. Doy un paso adelante, y la pego a su culo. "Alea jacta est", decía César, y tal vez fue en otra situación como esta. Ya van dos veces que me acuerdo del ...
    ... César. Pero es que parece que se dedicó su vida a decir frases que son códigos secretos que sólo puedo entender yo.
    
    Si se gira y me golpea, estoy muerto. Escándalo. Mi mujer me pillará...
    
    ¡Pero qué a gusto se encuentra mi polla junto a su minifalda! Como un misil que llega a su objetivo. Entonces se gira sobre sí misma, quedando justo enfrente de mi empalme, y con gesto indiferente, como si tal cosa, dice:
    
    —A mí me gusta llevar tanga ¿sabes si a ella le gusta?
    
    Mis manos se van a su cintura. La acerco aún más hacia mí.
    
    —A mí me gusta —jadeó. Ella ha posado sus manos en mis brazos, pero no hace ademán de separarse. Aunque me mira como si estuviéramos hablando con normalidad, hasta casi con displicencia.
    
    —Fernando? —oigo a lo lejos a mi mujer que llama. No me puede ver, pero igualmente el corazón me da un vuelco. Suelto a Paula al instante, y me vuelvo para salir a su encuentro. Oigo una risilla de Paula a mi espalda.
    
    —¿Dónde estabas?
    
    —He ido a mirar una cosa, ya puestos....
    
    —Mira, creo que me voy a probar estos... ¿qué te parecen? Aunque con todo lo que llevo encima me da pereza desvestirme y vestirme...
    
    Por el rabillo del ojo, veo que Paula pasa por un pasillo paralelo hacia los probadores.
    
    —Tienes que probártelos, es lo mejor, a ver si luego resulta que cuando llegas a casa no te valen o algo así... Venga, pruébatelos, no seas perezosa —la cojo del brazo y prácticamente la conduzco hasta los probadores.
    
    —¿No entras conmigo?
    
    —Me da ...