1. Engañé a mi mujer haciendo compras


    Fecha: 20/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: NY City, Fuente: CuentoRelatos

    ... quien se hubiera cruzado. —¡Qué tetas!
    
    —¿Qué dices, Fernando?
    
    —Que qué telas más curiosas son éstas, ¿verdad?
    
    Carmen me mira con asombro, pero luego se da cuenta de hacia dónde estoy mirando y frunce el ceño...
    
    —¿Has visto a esa mujer de allí? —le digo entonces —... la conocemos, ¿no? ¿No es la mujer de Paco, el de mi trabajo? (perdonarán que me sienta orgulloso del quiebro astuto a la desconfianza de mi mujer).
    
    —No conozco a la mujer de Paco.
    
    —Sí, hombre, Carmen... ¡Paco!, ¡el comercial!... ése que es así un pelo hortera...—
    
    —La verdad es que esa mujer le pega entonces, porque mira qué pinta lleva. Parece una... yo-que-sé...
    
    "¿verdad que sí?" pienso para mis adentros, relamiéndome, pero le contesto en voz alta con el adecuado tono de crítica:
    
    —Ah, sí, desde luego, con esa camiseta de Mickey ajustada, y la minifalda. Demasiado pintada para mi gusto....
    
    Y luego, como si se me acabara de ocurrir:
    
    —Pero si es la mujer de Paco, debería decirle algo, ¿no? que lo mismo está él por aquí... ¿te dije que había tenido un accidente de coche? El bobo de este tío se compró un deportivo de estos que sólo mirarlo se aceleran, por fardar, y al primer día lo estrelló contra una farola. Ha estado de baja desde entonces. Debería preguntar…
    
    —¡Joder, soy el amo de las mentiras sobre la marcha!
    
    —Ven, ¿no?, y te la presento....
    
    —Ay, no, no, que no me apetece nada —Ya contaba yo con eso, con la naturaleza tímida, antisocial de mi mujer —Vete tú, si quieres, ...
    ... pero yo no voy. Seguiré mirando mientras...
    
    —Bueno, pues un segundo nada más—.
    
    El corazón se me ha puesto a cien por hora como el pretendido coche del comercial. No sé qué me pasa. O sí, que no puedo soportar no hacer algo mientras veo como aquella diosa se muerde el labio mirando con aire aburrido una prenda que hay en ese mostrador. ¡Qué labios! ¡Quién fuera diente!... ¡Quién pudiera echarle el diente, debería decir! Solo verlos me dan ganas de comérmela entera. Boca grande, generosa, de labios sensuales hasta decir basta….
    
    —Perdona, creo que te conozco, ¿no?, vamos que conozco a tu marido...
    
    —Antonio? —dice con una voz que derretiría el titanio.
    
    —Sí, Antonio... —"está casada", apunto: eso puede ser malo ... o bueno.
    
    —¿Y de qué le conoces?
    
    —De la Urbanización.... somos vecinos.
    
    —Ah, ¿sí?
    
    —Sí, ¿no está por aquí él?
    
    —No, nunca le llevo de compras: él se aburre y yo también—Bien por ella.
    
    —Bueno, no me imagino cómo se puede aburrir alguien contigo... Vamos, nunca le he oído comentar nada parecido —corrijo para no resultar demasiado buitre (dejemos la opción de "realmente no he dicho nada inconveniente"... por si las moscas.
    
    —¿Le conoces mucho?
    
    —Bueno, de la piscina y eso, ya sabes
    
    —¿Piscina? En nuestra urbanización no hay piscina
    
    —Ah, ¿pero vosotros no vivís en la Urbanización Los Cedros?
    
    —No.
    
    —Entonces no sé... ¿dónde vivís? —Quiero saber dónde vive. Iré allí, me haré el encontradizo, lo volveré a intentar otro día si tengo ...
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