1. El policía hetero (novio de mi mejor amiga) se emborrachó y me cogió en una fiesta


    Fecha: 16/11/2018, Categorías: Gays Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues

    ... él sabía hacer tan bien su trabajo, que cuando yo más me resistía, se me acercaba al oído y me decía “¿qué pasa, bebé? ¿No quieres que te lo meta? Quédate tranquilito pues. ” Seguido de una chupada de oreja, cosa que me volvía loco loquito. ¿Cómo no iba a dejarme hace lo que él quisiera? Me preguntó si me iba a quedar tranquilo o no y le respondí asintiendo. No había pasado tres minutos cuando ya sentía como se pasaba la mano por la boca para ensalivarme el culo. Al minuto me estaba intentando meter el guebo. Yo lo guié hasta la entrada, luego él me quitó la mano de donde la tenía. Comenzó a meterme la punta y me dolió un poco, y antes de emitir algún gemido, me tapo la boca con una mano. Le quité la mano y le dije que me dejara sacar la cabeza de la cobija. Quién sabe quién nos podía estar viendo o algo. Saqué la cabeza, y efectivamente, estaban todos dormidos. Eran puros hombres lo que había en la habitación. Ortiz comenzó a metérmelo y yo intenté no emitir sonido, pero era casi imposible. Es que tenía el guebo grande y me dolía, pero cada vez que yo intentaba hacer algún sonido él me apretaba las nalgas fuertemente. Entonces yo callaba. Sentía como iba entrando el guebo de Ortiz en mi culo y mientras entraba, yo paraba más el culo, cosa que le encantaba. Él me tapo con la cobija, y enseguida me tapo la boca. No entendí porqué lo hacía hasta que me metió el guebo de coñazo y comprendí. Me ardió hasta el alma. —Ya bebé, ya va a pasar —Me decía al oído mientras a su vez me ...
    ... lo mordía. Yo gemía pero él me calmaba chupándome la oreja y besándome el cuello. Gran truco. Comenzó a bombearme el culo lentamente y luego comenzó a darme más duro, hasta me asusté un poco porque pensé que nos escucharían. Me asomé y nadie estaba viendo. Comenzó a darme. Y poco a poco empecé a ver el cielo. Me tapé la cara y me empezó a besar y chupar el cuello mientras me lo metía. Se sentía divino. Luego me puso boca bajo y se montó encima de mí. Con sus piernas apretó mis piernas y me bombeó un rato. Así se sentía riquísimo. Todo era raro, porque ambos estábamos en silencio porque había gente en el cuarto, pero algo me decía que él quería volverse loco y tratarme como perra. Se me acercó al oído y me dijo que me pusiera en cuatro. Yo obedecí. En silencio, debajo de la sábana, Ortiz estaba dándome guebo del bueno. De repente me agarro del cuello con las dos manos y me estaba ahorcando, al principio me excitó pero luego me estaba asfixiando. Intenté zafarme pero me lo impidió, entonces me lancé hacia adelante quedando de nuevo boca bajo, cosa que no le importó porque se me encimó y me lo metió de golpe haciéndome soltar un leve pero audible “¡Ay!”. Volvió a metérmelo por un rato y luego me pidió que lo cabalgara, cosa que acepté con toda tranquilidad. Mientras me lo metía en esta posición podía ver su cara, sentir más su barba, verle a los ojos. Era otro. Su rostro había cambiado, ya no me veía normalmente sino que era como si solo fuese su instinto animal el que hablara ...