1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 32)


    Fecha: 05/08/2017, Categorías: Gays Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    —Estamos en las balconadas superiores del salón del trono, —la voz de Johari llegaba confusa, mezclada con ruido de gritos, disparos y explosiones—. Recibo fuego desde el otro extremo.
    
    —Coloca tiradores y continua el avance, —respondió Matilda—. Quiero controlar toda la parte superior. En unos minutos llegamos nosotros.
    
    La gente de Ramírez, tumbaron grandes mesas que encontraron en un salón cercano, y empujándolas entraron en el salón del trono usándolas de parapeto. Crearon una zona defensiva que poco a poco fueron agrandando bajo un tiroteo infernal. A través del amplio espacio libre que quedaba en el centro del salón de trono, Matilda, vio por primera vez al emperador, que parapetado, también la miraba. Miró a su alrededor, y comprobó que la reverenda madre y las sacerdotisas, junto a la Princesa, Ushlas y su hermano, estaban también dentro de salón disparando con sus armas. Dejó caer al suelo su pistola de partículas y mirando a Ushlas, con una sonrisa la lanzo un beso. Ordeno el alto el fuego y desenvaino a Eskaldár. Protegiéndose con su escudo de energía salio del parapeto y se quedó de pie, retando al emperador. Los guardias imperiales cesaron el fuego y el emperador salio también del parapeto protegiéndose también con su escudo de energía y empuñando a Dalanar. Como era de esperar, llevaba puesta la armadura del ancestro, que no era muy espectacular. De color plateado, llevaba refuerzos dorados en los hombros y las articulaciones de las extremidades. Matilda ...
    ... bajo su escudo a la vez que el emperador.
    
    —Querida sobrina, no te imaginas las ganas que tenía de que llegara está bonita reunión familiar, —dijo el emperador mientras los dos se acercaban al centro del salón con parsimonia—. Ya he visto que mi otro sobrino también está aquí, mejor, cuando acabe contigo, haré lo mismo con él, aunque creo que primero tendré que matar a esa zorra azul que descubriste.
    
    —No hables tanto querido tío, no vaya a ser que se te escape la fuerza por la boca.
    
    Todos los asistentes se fueron poniendo en pie mientras Matilda y el emperador se movían en círculos mirándose fijamente. Los dos se atacaron a la vez, y como en un choque de trenes saltaron chispas cuando Eskaldár y Dalanar entraron en contacto. Seguidamente, y en un movimiento rápido, Matilda golpeó la armadura del emperador con el canto de su escudo, que retrocedió por el impacto.
    
    —Eres rápida sobrinita.
    
    —¿Vas a estar dándome el coñazo, querido tío?
    
    —No te preocupes, no va a ser durante mucho tiempo, —respondió soltando una carcajada—. Esto va a ser rápido.
    
    El emperador embistió golpeando con su espada, mientras Matilda paraba los golpes con su escudo y retrocedía estratégicamente. Después, le toco el turno a ella, y con su ataque le obligó a retroceder el terreno ganado.
    
    —¡No tan rápido, hijo de puta! ¡Uy! Lo siento abuelita.
    
    Los dos siguieron golpeándose alternativamente con golpes furiosos mientras las voces de ánimo aumentaban entre los asistentes. El emperador rozó ...
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