1. Llamadas perdidas


    Fecha: 09/11/2018, Categorías: Otras Categorías, Autor: FilosofoAullado, Fuente: CuentoRelatos

    ... auricular. Aquí te espero…
    
    ¡Este tipo está pendejo! es lo primero que pensó la mujer. Luego reflexionó, ¿no era cierto que tácitamente había contraído el contrato cuando decidió escuchar y no colgar? No sabía, pero atraída por la inercia del ritual comenzó a acariciarse con el teléfono inalámbrico LG, pasó el auricular por su cuello, por sus labios, por sus pechos. Notó, para su sorpresa, que los pezones se le ponían duros y su cuerpo se acaloraba escandalosamente. Era una mujer analítica, pensó que aquello era producto de la obediencia a hechos extraordinarios. Una obediencia voluntaria, cuyos primeros frutos los sentía en su cuerpo. Su esposo nunca le pediría algo así, su esposo nunca…
    
    La respiración agitada le anunció al interlocutor que la mujer había cumplido la orden.
    
    —Te levantas y me descubres la erección. El cuarto se inunda de música, algo triste, ¿Qué te parece Billie Holiday? Porque es el funeral de tu moral. Con Strange Fruit de fondo sacas la verga de mi pantalón, comienzas a chupar, con avidez y desazón, vencida al fin a este deseo goloso que te domina. Siente cómo se va poniendo duro en tus fauces, cómo crece en tu garganta. ¿Lo sientes? Mete tu dedo anular y medio en la boca, chúpalos ruidosamente, quiero escuchar cómo te los chupas a través del teléfono. Imagina, naturalmente, que es mi miembro erecto el que chupas. ¿Alguna vez has lamido, acariciado con la lengua, mamado una verga con tanto ímpetu como esta vez?
    
    La mujer no sabe qué responder, ...
    ... no puede responder. Tiene los dedos en la boca y, efectivamente, los chupa con vehemencia religiosa. Pero hay varias preguntas que hieren la atmósfera, una de ellas ¿cómo sabía que Billie Holiday era su cantante favorita? ¿Y por qué habría de ser esa y no otra la música? Sin embargo, lo imagina todo perfectamente, como si se tratara de un recuerdo eidético, el recuerdo de una vida pasada. Imagina claramente hasta las cortinas, las paredes del hotel, por su supuesto que no reconoce al cuerpo frente a ella. No le pone cara, sabe que está follando con un fantasma y sonríe.
    
    —Ya teniendo tan lubricado mi sexo y tan lubricado el tuyo. Te penetro, sí, tranquilamente, sin más, me hundo poco a poquito en ti, como me imagino que se hunde un suicida en la muerte. Tranquilo, como mecido por el viento, te penetro. Te digo mía, mi perra, mi pecado. La infiel que está demasiado caliente como para importarle algo más que llegar, que venirse. Sin embargo, imagino tan claramente tu cuerpo tendido, recibiendo mi embestida, con toda mi fuerza en lo que aprieto tus tetas. Vuelves a ser una jovencita, escondida, pecando. Como seguramente te escondías de tus padres, cuando eras joven para masturbarte. El remordimiento hace más fuerte el deseo. Pasa el auricular por tu entrepierna, mastúrbate; ya debes estar húmeda… Pásalo por tus muslos, comprime el teléfono contra tu clítoris. Imagina mi pene atravesándote, como un soldado atraviesa un desierto para llegar a su amor.
    
    La mujer ya está fuera de ...