1. Placentero asesinato


    Fecha: 08/04/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... pesadillas, estaremos juntos de nuevo, he limpiado la mancha, mi pasado es un mal sueño". La miré aterrorizado.
    
    "Elsa, por favor, dime, ¿qué he de hacer?; "¿Aún me amas, Octavio?"; "¡Cómo!, ¿no te he de amar?, fuiste mi primer amor, ese que nunca se olvida"; "Pero, nos distanciamos"; "No fue mi culpa, Elsa"; "Sí, sí, ya sé, aquella violación en grupo que sufrí, ¿te acuerdas?, en mi segundo año de facultad..., tampoco fue mi culpa, pero me entregué en cuerpo y alma a tramar una venganza, eso nos separó, y me he vengado, ayer mismo liquidé al decimosegundo y último que me ultrajó"; "No sé cómo la poli todavía no te ha pillado, Elsa"; "Te lo he explicado antes, me entregué en cuerpo y alma a aquello que me proponía hacer, incluyendo tomar precauciones para llevarlo a cabo hasta el final, y me ha costado muchos años... "; "Te has convertido en una asesina despiadada"; "Lo sé". Octavio meditó un poco: la idea la tenía madura, y este encuentro con Elsa la hizo germinar. Octavio dijo: "Elsa, necesito que mates a mi esposa, así volveremos tú y yo a... a estar juntos"; "No es de fiar, tu esposa"; "¿Por qué?"; "Tengo mis motivos"; "¿Entonces?"; "Ella me dio la dirección..."; "Es necesario que lo hagas, sí, yo lo necesito"; "Y yo, Octavio, necesito que me folles".
    
    En aquella habitación del hotel donde se estaba quedando Elsa, a las once de la mañana, durante un breve pero fructífero tiempo de descanso en el trabajo, planeé el acto que iba a cambiar mi vida para siempre. Con Elsa, ...
    ... mi verdadero amor. Después Elsa se quitó las bragas, lo único que llevaba puesto. Y follamos.
    
    Simular que se es un buen esposo y honrado trabajador mientras se es cómplice y amante de una despiadada asesina es un difícil desempeño. Sí, me convertí en amante de Elsa, mi primer amor, y fue por pura casualidad. La tarde en que Victoria me esperó para que le diera por el culo; cuando terminamos de hacerlo, Victoria me había contado que había visto a Elsa. "¿Elsa?"; "Sí, Elsa, esa chica que salía contigo antes de que nos enrolláramos"; "¡Elsa!", repetí; "Sí, esa Elsa, por cierto, ¿por qué lo dejasteis?"; "Bueno, ella desapareció a causa de un infortunado incidente, el cual prefiero no contarte"; "Ya, entiendo, os peleasteis porque no accedió a que tú abusaras sexualmente de ella."; "¿Quién te ha contado eso, Victoria?"; "Ella, Elsa". Elsa había mentido, ¿por qué? Debía hablar con Elsa. "¿Y dónde dices que te has encontrado a Elsa?", le había preguntado a Victoria, disimulando mi interés con una mueca despectiva, sin mirarla a la cara y torciendo los labios. "En calle Martínez", había respondido Victoria.
    
    Sonó el timbre. Victoria, que estaba cocinando, con un mandil de cuerpo completo y sin nada debajo, viéndosele el nacimiento de las tetas y el perfil de estas, incluidos los pezones, fue a abrir. "Oh, hola, Elsa, qué bien que hayas venido justo a la hora de comer, siempre como sola, ya sabes, Octavio no sale de trabajar hasta la tarde, he preparado unos deliciosos espaguetis ...