1. Placentero asesinato


    Fecha: 08/04/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... comerte, ¿sabes?", dije, y, acto seguido, me incliné y le besé las tetas. "Me vas a babear el mono, amorcito, lo tendré que lavar sin haberlo lucido", dijo Victoria; "Pues hazlo después, porque te voy a follar así mismo"; "Es lo que quiero". Tumbé bocarriba en la cama a Victoria, quité los botones que le cerraban el body por debajo y la penetré. "Ah, amorcito, ah, sí", suspiró Victoria; "Oohh, Victoria, oohh, oohh", rugí. Perfectamente acoplado en el mullido cuerpo de Victoria, embestí, embestí y embestí hasta que mi semen se derramó, dentro. "Aaah, amorcito, así me gusta, que te desfogues, ahora descansarás mejor". Tan servicial como siempre, mi esposa.
    
    Un día, Victoria, de compras por el Centro, se encontró a una amiga de juventud. "¡Ah, hola, Victoria!", saludó la amiga; "¡Elsa, qué alegría verte"; "¡Estás muy guapa, Victoria, estás más... más...!"; "Más gorda, sí, es que soy feliz"; "¿Qué pasa, que las delgadas no somos felices?", dijo Elsa riendo; "No, sí, por supuesto, quiero decir que estoy... llena, por eso estoy gorda"; "¿Llena?, ah, vale, y... ¿y Octavio?"; "¿Mi marido?, bien, muy bien"; "¿Sabes que Octavio y yo salimos juntos un tiempo?"; "Sí, algo me dijo"; "Octavio es buen chico, pero, no sé, bueno, es tu marido, no quiero..."; "¿Te refieres a que es egoísta?"; "Sí, más o menos"; "Es lo que más me gusta de él"; "Claro, claro, yo lo dejé porque quiso abusar, le dije que le dejaba después de que una vez me quiso dar por el culo..., yo no se lo permití, y ...
    ... discutimos"; "Ah, pues ni idea de eso, ¿sabes?, oye, tienes que venir un día por casa, para almorzar..., no sé, espera, te escribo mi dirección".
    
    "¡Amorcito, sorpresa!". Victoria no descansaba, de qué se trataría ahora. Entré en el dormitorio. "¡Amorcito, sorpresa!". Victoria estaba a gatas sobre el colchón, desnuda, con el culo vuelto hacia mí. "¿Qué es esto?", solté; "Amorcito, ¿tú qué crees?, te estoy esperando para que me folles por el culo". En fin, no era cuestión de desaprovechar; además, ya me había empalmado. Me desabroché el pantalón, me arrodillé detrás de Victoria y le metí la polla por el ojete. "Ah, sí, amorcito, ah"; "Oohh, Victoria". Sujetando su cintura, taladré y taladré el gran culo de Victoria; ahí, entre las dos carnosas nalgas, mi polla yendo y viniendo, yendo y viniendo hasta que me vertí, dentro. "Ah, amorcito, qué a gusto me he quedado", dijo Victoria.
    
    Recorrí calle Martínez una y otra vez, cada día, a horas distintas, hasta que di con Elsa. No había cambiado mucho: sólo el paso de los años la había hecho más mujer, y yo lo noté enseguida, pues la había tenido en mis brazos multitud de veces: el tamaño de las tetas era el mismo, aunque ahora las tenía más caídas; la cintura la seguía teniendo fina, mas ahora no era tan angulosa; los muslos los tenía más desarrollados, insinuándose bajo sus jeans ajustados un coño acogedor. "Elsa", exclamé cuando la vi. Elsa de sopetón me abrazó fuertemente: "Ah, Octavio, por fin, todo se ha acabado, ya no tendré más ...
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