1. Huatulco


    Fecha: 05/03/2024, Categorías: Voyerismo Autor: voyenudista, Fuente: CuentoRelatos

    ... Tomé mi cámara y empecé a disparar una foto tras otra, mientras Alina accedía a modelar para mí. Luego ella tomó el aparato e hizo lo propio, conmigo como modelo. Después nos concretamos a llenarnos de sol y viento.
    
    Cerca de las cuatro de la tarde, faltando poco más de una hora para terminar el paseo, mi novia se tendió boca abajo y cerró los ojos. Tomé una abundante cantidad de aceite en mi mano y empecé a recorrer el delicioso cuerpo de Alina, en una suerte de masaje / caricias que, a juzgar por el ritmo de su respiración, estaba disfrutando. Me coloqué arrodillado entre sus piernas, recorriendo con mis manos desde la base de sus nalgas hasta su nuca, a veces por el centro de su espalda, a veces por los laterales de ésta, rozando sus tetas. A cada pasada disminuía la velocidad e incrementaba la cercanía, hasta que nuestros cuerpos se frotaban el uno con el otro. No tengo ni que explicar que mi pito estaba a mil y con discreción lo fui acomodando entre sus piernas hasta que la punta rozara su concha húmeda. Como única respuesta, ella levantó la pelvis y llevó su mano hasta alcanzar su clítoris que empezó a frotar rítmicamente. Sus dedos tocaban ocasionalmente mi glande. Me acerqué a su oído y le dije suavemente, en un tono entre afirmación y pregunta:
    
    -¿Voy?
    
    -¿A qué esperas? –me susurró ella.
    
    Y con toda la calma del mundo, con estudiada lentitud, introduje mi tranca en las humedades de su vagina. Uno, dos, tres, cinco centímetros… hasta que desapareció por ...
    ... completo en el interior de su tibio centro, desplegada en sus 19 centímetros de longitud y 52 milímetros de diámetro. Un ahogado gemido marcó el momento en que inicié el recorrido hacia afuera, hasta dejar sólo la punta metida y esperar una casi imperceptible señal para volver hacia dentro. De nuevo, introducción lenta… larga pausa y hacia afuera. Alina colocó sus manos a los lados de su cabeza, crispadas contra la colchoneta; yo las sujeté con las mías y ya unidos fuimos poco a poco incrementando el ritmo de nuestros movimientos.
    
    Sabíamos que estábamos siendo observados muy de cerca, pero ambos jugábamos un doble juego: por una parte nos movíamos como si estuviéramos en la intimidad; por la otra, el morbo de estar dando un show aceleraba nuestra calentura. Prueba de ello fue que Alina alcanzó el orgasmo en tiempo récord, sin darme oportunidad de alcanzarla; al darme cuenta que yo no llegaría, me esmeré por prolongar el suyo el mayor tiempo posible, lo que finalmente conseguí. Entonces por fin me dijo, con voz ahogada:
    
    -¡Ya… ya, despacio… detente… no te salgas…!
    
    Seguí sus instrucciones sin que mi erección cediera un solo centímetro, sintiendo cómo su vagina dejaba de pulsar. Salí con delicadeza de allí y me tendí boca arriba; sentía la urgencia de eyacular, por lo que puse mi mano en la tarea de lograrlo. Pero las dos manos de Alina desplazaron a la mía; con maestría me frotaba la verga y me estimulaba testículos y perineo. Ocasionalmente acercaba su boca, chupaba y lamía ...